jueves, 27 de agosto de 2015

MOUSSE MEDIA | Digresiones (columna mensual)

[Sección a cargo de Víctor D. Magallón*]
















Presentación


Mousse Media presenta Digresiones, una columna mensual que tiene la intención de generar una narrativa paralela al discurso periodístico cultural oficial y dominante. Desde una perspectiva de la subalternidad, Digresiones pretende abrir líneas discursivas y alternativas intervenidas en gran medida por situaciones que rayan en el morbo y en lo prohibido. 




LOS FORJADORES DE LA PATRIA

Revelaciones involuntarias en la compra de cannabis   
Por: D. Magallón



I

Las calles del centro de Guadalajara serpentean bajo los apurados pies de mi informante. La planeación de las callejuelas y avenidas que conforman el centro histórico por fin daban resultado, pues nos acortaban la distancia para llegar a tan deseado destino; el olor rancio y perfectamente identificable de donitas del centro, las frías escamas de la iguana del merolico que acapara el andador de Pedro Moreno y el adoquín que resuena rítmicamente con nuestros pasos como si fueran las uñas de un cuadrúpedo canino es lo primero que percibo después de aceptar la invitación. 

-Sí…, lo digo secamente, como si en verdad estuviera esperando la propuesta.

Estoy dudando, quizá…, o ¿simplemente es la emoción?, sí, me encantan las nuevas experiencias, ¿a quién no?, pero en serio, esta me agarró por sorpresa. Aquí en el centro los vendedores ambulantes son parte del paisaje urbano natural, no puedo (y creo que nadie lo podría), saber desde cuándo proliferaron estos comerciantes errantes, lo que sí me queda claro es que hasta ellos se vieron afectados por el cierre de las avenidas principales debido a las obras que invaden toda la ciudad. ¿Será por eso que sus gritos me parecen más estridentes? Bueno así lo percibo yo, ¿o es quizá la emoción?

-¡A diez, a diez, a diez!

-¡Para el ama de casa, seño, lleve su piedra pa´ quitar la pelusa!

Cuánticamente nos encontramos en la calle de Corona, en pocos momentos no tardaremos en llegar a la Calzada,  esa barrera simbólica que divide la ciudad en dos; poniente y oriente. –De la mitad pa´ acá la perrada,  de la mitad pa´ allá  pues la gente bien hijo-, recordé a mi papá cuando platicaba sobre la división de clase que desde “siempre” ha existido. 

El patrón de segregación urbana existe desde la fundación de Guadalajara, el río San Juan de Dios funcionó por mucho tiempo como una barrera natural para dividir a los ricos de los pobres y como exclusión social de las comunidades indígenas, con el paso del tiempo esta línea divisoria se convertiría en una avenida de nombre Paseo Porfirio Díaz y hoy la conocemos como La Calzada Independencia.

Precisamente de “aquel lado” se encuentra nuestro objetivo.

El festival de edificios históricos considerados por los eruditos como patrimonio arquitectónico no fue de gran interés para mí, (creo que más bien nunca lo ha sido y menos en este momento). No alcancé a (o no quise) darme cuenta de la hora, la luz cenital del sol estaba en su máximo apogeo y hace un calor brutal… en serio. 


–Vámonos por la sombrita we, no mames, ya traigo las canalas para forjarlos.


Cheche, lo conozco desde hace ya varios años, en contadas ocasiones me había dado indicaciones geográficas de donde está ese lugar tan preciado para él, pero nunca le había podido poner atención (o no quería ponerle atención). En Guadalajara, la portación y el consumo de cannabis para uso personal es de hasta 30 gramos, esto, obvio tiene que ser justificado por receta médica indicando una enfermedad degenerativa o terminal. –Tengo un dolor terminal aquí oficial, écheme la mano, aquí tengo mi receta, (empiezan a divagar mis pensamientos), ¿es por la calor? Cheche se mantenía hablándome durante todo el trayecto, hasta ese momento yo estaba alerta. 


-Todo mundo cree que es fácil we, pero no lo es, se necesita disciplina, eso es, disciplina para no enviciarte, yo no la fumo porque la necesite, es para divertirme, trato de hacer ejercicio para liberar las toxinas, debes también saber cuándo desintoxicarte, si no pelas we. Fumar mota es desgastante.- 

Caray me doy cuenta que sí lo es, pareciera que es un trabajo de tiempo completo y más con este sol. Somos jornaleros del cannabis.

-Ira we, no es buena ni mala, es como si trajeras un carro, tú sabes si lo que quieres para ir a algún destino o para dañar gente, esta madre… la toxina el tetrahidrocannabinol se usa para más cosas we, en los medicamentos, para la relajación, para los dolores, es en sí un  analgésico…

Mi pierna vibra, lo primero que llega a mi mente es la imagen del temblor muscular que se les hace a los caballos de las calandrias, esas que pasean a los turistas por todo el centro histórico. El frío y fétido aroma de la alcantarilla abierta en la esquina de la Calzada y Revolución me avisa que es mi celular lo que está vibrando y no mi pierna. El Nokia 1616 con  lamparita,  tiene la pantalla rota, huele a guardado y pues… me ha sacado de un apuro. Es curioso, cualquiera puede asegurar que este celular es irrompible, incluso yo pienso lo mismo, incontadas veces ha terminado en el piso y sigue funcionando. 

-Primero se rompe el piso antes que tu celular.

-Hola, bien, bien, ¿y tú?- es mi chica, le digo al Cheche, (hace una mueca). –Pues solo acompaño al Cheche a tomar su camión, ok, ok, mmm, pues… igual te mando el mail en la tarde… como a las cuatro…  ¿qué camión vas a tomar we, le pregunto al Cheche... -el 176B, le contesto a mi chica, -va… besos.

Una mentira piadosa, no es mucho. 

Nos encontramos ya en Analco, uno de los barrios más antiguos de Guadalajara. Analco sigue funcionando como punto neurálgico en la cuestión económica. Quizá la antigua central camionera que hasta antes de 1988 no adquiría ese adjetivo de “antigua” no sea la misma. Quizá los hoteles familiares que anteriormente se ocupaban por completo de albergar a los turistas no puedan ahora ya hacer competencia a los lujosos resorts transnacionales que se encuentran de la calzada pa´ allá. Es cierto, Analco no es lo mismo que hace ya varias décadas, pero encuentra su retribución económica con prácticas de lo más noble, satisfaciendo las necesidades básicas de los ciudadanos; bares con “bonitas señoritas de meseras”, bules de precio accesible, una  cantina de la ciudad donde aun puedes conseguir pulque y por si fuera poco pequeñas “tiendas” de cannabis donde se consigue: -De la buena we... ya mero llegamos, tú nomás no te pongas nervioso.

Adentro y más adentro de Analco está la calle Abasolo, de hecho ya me encuentro nervioso, llevo conmigo mi laptop y mi cámara profesional. Cada metro que camino siento más pesada mi mochila. Me doy cuenta que todas las personas me parecen sospechosas, la señora de la esquina nos mira con mirada de pistola, el nieto que sale corriendo en busca de alguien y el anciano que pasa a un lado de nosotros y que desprende un olor como a guayabate. Es oficial me encuentro nervioso, me entra un poco de náuseas. En realidad la tiendita de la calle Abasolo es un nichito que el mismo barrio cuida como si fuera uno de los únicos patrimonios que aún les quedan. 

-Es un secreto a voces, we, si tú le preguntas a cualquiera de los de aquí nadie te va decir donde está, se investiga por fuera, yo así la aplique hasta que di… estáte trucha caon, no te confíes voltea pa´ atrás y pa´ todos lados, ahorita que lleguemos nos van a decir si está caliente el asunto, si no pues para seguir de largo.

No puedo definir  en qué momento o de dónde salió esa patrulla del estado, dio vuelta justo enfrente de nosotros, mi cuerpo lo sentí cada vez más pesado, denso y frío, seguí caminando pero sin quitar la mirada a los rostros de los oficiales que ni siquiera nos voltearon a ver, se pasaron de largo.

-Vez we, ¿tú crees que no saben? … 

Cinismo, es lo que se me ocurre, en un país donde el sexenio pasado hubo más de 13 mil personas desaparecidas durante la llamada “guerra contra el narco”, la venta de cannabis parece ser que no fue afectada en los más mínimo. A pocos metros de la calle Abasolo, percibo el olor, ese olor “chistoso” como algunos lo llaman, pero esta vez me pareció más agrio de lo normal, fue bastante curioso pues el trayecto se convertía cada vez más en una experiencia onírica y quise complementar esta idea cuando le dije al Cheche, -No mames we, la neta, ando bien nervioso, en este momento puedes decirme Amaranta. El Cheche solo hizo una mueca y sonrió.

Al dar vuelta a la esquina de la calle nos encontramos con no más de cinco personas, unas sentadas en la banqueta y otras paradas, Cheche chifla como si fuera la clave para reconocerse entre ellos.

-Un cincuentón camarada…






Víctor D. Magallón
PlasmArte Ideas, agosto, 2015

FB: PlasmArte Ideas
Twitter: @plasmarteideas










*Mousse Media, está a cargo de Víctor D. Magallón

[Cafeinómano y fiel defensor del código de los caballeros pizza. 
Gusta de realizar sesudos análisis en busca de la última temporada de 
Los Simpson que haya valido la pena.] 

Contacto: victor.dmagallon@gmail.com











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