jueves, 30 de agosto de 2018

ENSALADA FREAK | Una detective de los sueños



Sección coordinada por David A. Becerra*



En 2010 se lanzó a las pantallas de cine de todo el mundo la película Inception (El origen, como se le conoció en México), producida y dirigida por Christopher Nolan y protagonizada por Leonardo DiCaprio; una exitosa producción de ciencia ficción cuyo tema principal era el mundo de los sueños y que logró la atención del público y los críticos con un despliegue visual impresionante, eso es público y notorio;  lo que muchos no saben es que esta producción estadounidense tiene como referencia directa a un anime de culto llamada PAPRIKA, filme dirigido por Satoshi Kon y basado en la novela homónima de Yasutaka Tsutsui, publicada en 1993. 

La película trata sobre el desarrollo de una máquina capaz de ver los sueños de las personas, lo que comienza a desencadenar una serie de eventos donde el mundo real empieza a interactuar con el mundo fantástico. El personaje principal es Paprika, una linda chica que vive dentro de los sueños y que es el álter ego de la psiquiatra Atsuko Chiba, que ayuda a los pacientes psiquiátricos a tratar diferentes problemas mentales. PAPRIKA es una película llena de colorido, fantasía y sueños, donde los límites entre lo real y lo irreal se desdibujan constantemente creando una experiencia digna de verse. Se estrenó en el Festival de Cine de Venecia del 2006 y, con el tiempo, ha ido ganándose un merecido prestigio como una joya del anime y de la animación en general. Aunque Paprika e Inception comparten puntos en común, la alegría y el color de la primera no tiene comparación con la fría y tecnológica visión de Inception, sin embargo, ambas son muy buenas y su abordaje del mismo tema es muy diferente.  

También te puede interesar


También te puede interesar

Aquí les dejo PAPRIKA, disfruten del tráiler:



También te puede interesar


David A. Becerra.
PlasmArte Ideas, agosto, 2018.
Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas
  

Ensalada Freak es coordinada por David A. Becerra.
[*Cocinero de primera, perdón de primer año, 
experto en revolver cosas sin un orden específico, 
se me encargó la elaboración de ensaladas y otros platillos. 
Tengo la intención de escribir varios libros,
 de cursar varios diplomados, algunas maestrías y un par de doctorados, 
 hablo más o menos español, y lo escribo al 50%;  
soy el fundador y único miembro de mi propio fanclub de Star Wars.]

Contacto: davidalfonsobecerra@gmail.com

martes, 28 de agosto de 2018

COCTEL DE LETRAS | Herstorian: ¿Por qué es peligroso para una mujer “viajar sola”?

Sección coordinada por Inés M. Michel*



Colaboración de Hilda Monraz.


El 5 de agosto de 2018 fue asesinada María Trinidad Mathus, música mexicana que se encontraba de viaje en Costa Rica. Era apenas la primera parada de un largo itinerario que ya tenía planeado para recorrer varios países del mundo. Viajaba “sola” (¿?). Las investigaciones indican que iba caminando en la playa junto a una amiga inglesa cuando las asaltaron dos hombres y la otra mujer pudo escapar. Sin embargo, María Trinidad no tuvo éxito y al cabo de unas horas encontraron su cuerpo sin vida en la playa. ¿Estaba sola? Así lo juzgan en comentarios de redes sociales, poco alejados de la opinión pública en general.
Pero, ¿qué implica “viajar sola” o “estar sola”? En términos exactos, se definiría como estar sin compañía, pero justo cuando las asaltaron estaban juntas dos mujeres. Aun así, la mayoría de las personas piensa que “estaban solas”, ¿por qué? Porque la “soledad” o la “compañía” se definen en torno a los hombres. Si ellos están, aparentemente una no está sola, aunque sea un grupo de cinco o seis mujeres; porque sin varón, están “solas”. Por eso las mujeres somos monedas de cambio en los bares, antros y restaurantes donde si van “tres mujeres solas” pagan dos o tienen una cubeta gratis de cerveza, hasta una botella de cualquier tipo de alcohol. Porque si están “solas” las puede abordar un hombre, que aunque sea uno, no está solo. Hasta hoy no he visto ningún anuncio que indique que si van tres hombres solos a un antro les regalan algo. Ni siquiera en los lugares LGBTTIQA.

También te puede interesar
¿Qué nos espera en materia de derechos a las mujeres con este nuevo gobierno?

Tomada de: rtve.es

María Trinidad, como muchas otras mujeres a lo largo de la historia, emprendía un viaje alrededor del mundo. Lamentablemente, ella no lo pudo lograr, porque fue alcanzada por la violencia feminicida que cada vez es más fuerte y más repugnante en todo el mundo. Otras han logrado ese propósito de viajar, con grandes satisfacciones, pero también con aprendizajes duros. Maru Mutti tiene un blog donde escribe sobre mujeres que viajan solas y me parece relevante citar su reflexión en el tema de ser mujer y viajar: “Es raro. Nadie nos pregunta si nos da miedo gestar un bebé durante nueve meses dentro nuestro, ni tampoco nos preguntan si nos da miedo parir, pero viajar solas… viajar solas es algo que sí nos tiene que dar miedo. O eso parece”. (Aquí su texto).  Es decir, el hecho de viajar sola también construye un tipo de feminidad que no sólo es peligroso, sino que es cuestionado por los demás.
 Encontré una página donde algunas mujeres comparten reflexiones sobre sus viajes en soledad y además tienen un proyecto artístico de fotografía, aquí pueden echarle un vistazo. Llama la atención que además de lo que publican, que es muy vasto y contiene una diversidad tremenda, se definan como “mujeres valientes que viajan solas”, ¿una tiene que ser valiente para viajar sola? ¿A qué distancias o cuáles son los requerimientos para sentirse valientes y suficientes como para viajar sola? La edad también puede ser una implicación importante: ¿es lo mismo viajar a los 20’s que a los 50’s? ¿O embarazada? Son preguntas que tienen sus ejemplos en dicha página, pero también en la vida cotidiana. Personalmente a mis 32 aún tengo miedo de viajar sola, pero muchas veces lo tengo que hacer por trabajo o por placer. ¿Tengo que detenerme porque es peligroso?

También te puede interesar
Acoso y hostigamiento sexual en Antropología de la UdeG: ¿Por un protocolo contra la violencia?

María Trinidad Mathus (1993 - 2018).

No faltan los comentarios de personas cercanas (o del público en general) que cuestionan sobre “¿Por qué sales de noche si sabes que es un peligro?” O, en el caso de los feminicidios a menores de edad: “¿Por qué la dejaron salir a esas horas?” Es decir, se voltea el caso y se revictimiza a la mujer. En vez de preguntarse ¿Por qué no puede salir a cualquier hora, con cualquier persona, o sola?, se toman argumentos contra la misma víctima para justificar el crimen que sufrió. En lugar de atacar de lleno el problema, le dan vueltas y normalizan la violencia al grado de que se llegue a creer que las mujeres somos las culpables si algo nos pasa por salir de noche, por estar “solas” o por “viajar solas”. En un proteccionismo patriarcal pretenden que permanezcamos en casa, pero olvidan que es justamente en los hogares donde se cometen también feminicidios: por los esposos, novios, parejas y exparejas, las violaciones por los papás, hermanos, tíos, primos y demás allegados desde la infancia. Entonces, ¿realmente nosotras somos el problema, por estar “solas”?  
Desde esa perspectiva, la razón por la que es peligroso “viajar sola” no radica en la actitud de las mujeres, ni de su forma de vestir, en su toma de decisiones, en sus gustos o en sus reflexiones. El problema está en el contexto patriarcal misógino en el que una mujer no es dueña de su destino. Porque las decisiones y acciones de una mujer deben estar avaladas por un hombre y en el mejor de los casos, acompañadas por él. Sea su papá, hermano, marido o cualquier varón que sea su figura de “autoridad”. Si escarbamos más profundo seguimos encontrando raíces machistas: aun estando en casa, la vida de cualquier mujer peligra. Los datos estadísticos hablan por sí solos al presentar estos terribles casos de feminicidios cometidos en las propias casas de las mujeres por parte de agresores miembros de su familia o (ex)parejas sentimentales. No es el lugar, no es el viaje, no es el vestido, es el patriarcado.

También te puede interesar
¿Por qué arrepentirse de ser madre?


Tomada de: trendencias.com

¿Y qué se hace cuando la razón de la peligrosidad de ser mujer permea casi todas las civilizaciones del mundo? Recientemente, me comentaron que en Holanda algunos varones negaron sistemáticamente que en su “primer mundo” había acoso a las mujeres. Mi pareja, quien estaba preguntando eso, fue específico con las mujeres y les preguntó: ¿has sufrido acoso aquí? (con su respectiva traducción) y ellas contestaron que sí; que era sutil en ocasiones y en otras no tanto, pero que no dejaban de sufrirlo. Mientras que ellos ignoran o invisibilizan el problema, ellas lo viven cotidianamente. Tal vez no en el mismo sentido que las latinoamericanas lo vivimos, pero el hecho de que los hombres se crean dueños de nuestros cuerpos y de nuestras vidas es algo bastante común en casi cualquier lugar del mundo. Cuando me preguntan sobre esto, les cuento que en Estados Unidos también lo corroboré. En barrios latinos, en las universidades gringas, en las grandes bibliotecas y archivos que visité, de maneras tenues, casi vaporosas, otras ocasiones directas y violentas, pero sí lo experimenté: el acoso atravesando barreras de clase y educación.
No creo que exista una fórmula mágica contra la violencia patriarcal, porque es distinta y se adecúa al contexto. Los movimientos feministas han venido denunciando esto por años, incluso por siglos. Aunque si desmenuzamos las características de cada oleaje feminista, nos damos cuenta que ésta en la que estamos está muy marcada por sus denuncias contra la violencia que ejercen sobre nosotras. Nuestros tiempos requieren esas demandas porque nuestras vidas corren peligros. A cada paso que da el feminismo, existe una reacción antifeminista que puede ser dos o tres veces más dura y violenta contra nosotras. No nos dejan “viajar solas” porque debemos ir con un macho que nos proteja. No nos permiten tomar decisiones como separarnos de la pareja, quien es un agresivo, manipulador y obsesivo que niega su violencia y arrebata lo que puede. En cada caso habría que seguir algunos pasos como: reconocer que existe un problema, analizarlo, visibilizarlo y atacarlo de fondo. Dejar de tener miedo, armar redes de mujeres, educar en el respeto y en el amor libre, la honestidad y la tolerancia. Crear estrategias específicas dependiendo del ambiente, re-escribir la historia, honrar a las que ya no están, encerrar a los criminales, evaluar y actuar contra los que nos están matando. Porque el peligro no es ser mujer, el peligro es creerse dueños de otras, de sus deseos, sueños, metas, de sus cuerpos y sus existencias.    



Hilda Monraz.
@_biographer
PlasmArte Ideas, agosto, 2018.
Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas




*COCTEL DE LETRAS es coordinada por Inés M. Michel. 
[Las letras le han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones. 
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror. 
Casiopea es su guía y confidente.]

Contacto: inesm.michel@gmail.com











jueves, 23 de agosto de 2018

Entelequia musical | El “esto” en la música


Colaboración de Natalia Ulloa




No lo sabré. No importa. En esa música
yo soy. Yo quiero ser. Yo me desangro.

Jorge Luis Borges.



El ser humano (como la música) se ha descrito -desde voces remotamente antiguas- en términos de tiempo (con sus matices de la impermanencia del presente y la contingencia de las temporalidades), dejándolo partido en dos vertientes: como recuerdo y como proyecto.

En la música se juega un papel similar. Es decir, cuando tocamos una pieza disponemos de lo que nos conforma para darle sustento en una expresión que llegue a quien nos escucha. Cuando la pieza va cobrando forma deja también de tenerla; cuando es, deja de ser. Cuando la escucho ya estoy escuchando otra cosa.

Esta cuestión mueve a la mayoría de los músicos a decidir hacer de su vida la labor musical. Y no es para menos, pues conforma nuestro estar con el mundo.

También te puede interesar

Tomada de: sondelaantigua.blogspot.com

En nuestra cotidianeidad nos forjamos un criterio de mundo, un lente (metafóricamente hablando) con el que constantemente intentamos definir qué nos hace “crecer” y qué no, qué conviene y qué no; cómo es nuestra vida a diferencia de los otros. Sin embargo, esta percepción es propia de sí: nuestra percepción determina nuestra proyección de mundo, mas no el de otros. Es nuestro criterio el que habitamos, con el que nos enfrentamos a lo otro, el que nos forja un suelo nunca dado del todo y siempre dado en parte y en parte por hacerse: un suelo que llamamos cultura para andar por los años, para habitar-con-los-otros y con posibilidad de reconfigurarse.

No podemos salir de él, pues no es algo externo a nosotros. Sin embargo, convivimos con otros y dialogamos con ellos. A pesar de nuestro propio lente, reconocemos que “hay otro”, otro con quien puedo entablar una conversación, que tiene una vida distinta (quizás) a la mía pero que reconfigura mi percepción a cada palabra. Nos damos cuenta de que, así como nuestro lente, hay otros lentes y constantemente “chocan” (en tanto que se afectan) al entablar un charla. Y esa multitud de otros (con los que habitamos, y conformamos lo llamado sociedad, entorno) conciben las circunstancias por las cuales vamos chocando a cada paso y nos vamos re-construyendo. Soy -como dice Ortega y Gasset- yo y mis circunstancias.

Platicando con otro nos llega de pronto la sensación de que le entendemos, de que sufrimos o reímos con sus circunstancias y nos preguntamos: ¿Cómo es posible que pueda sentir con el otro, si no puedo salir de mi idea de mundo? ¿Cómo es que me “arrojo” al otro cuando lo puedo escuchar hablar (hablar diferente a mi, que me excede) y eso me afecta y me hace sentir tal o cual reacción?¿Cómo es que, no saliendo de este círculo perceptivo propio, parece que sí salgo cuando otro me afecta?

También te puede interesar

Tomada de: escuelademusicacarmeloortiz.com

En el periodo musical Barroco los compositores no tenían en sus partituras ninguna indicación de dinámicas o agógicas, pues estos términos hacen alusión a reacciones o sensaciones que el músico debe interpretar y que en aquella época era considerado una “desviación” hacia la intención principal del músico hacia la partitura. Por el contrario, se creía que en la “fiel” reproducción de la partitura escrita se encontraría la idea más pura y principal de la obra.

De hecho, algunos compositores preferían tocar el clavicordio sobre el clave para tener aún más dominio de la pieza y de su intención, como una forma de absolutizar su pensamiento en el instrumento y el papel, para que al llegar al músico esta cuestión no se desviara.

Esta concepción musical (a pesar de su riquísima aportación técnica y formal) pronto tuvo quiebres y crisis en la época: ¿cómo puedo decir con la música la intención absoluta de otro, si en principio no es mi percepción de mundo y no puedo salir de ella?, ¿cómo es que la pieza no se afecta desde que el  músico (como otro diferente al compositor) la toca?, ¿cómo absolutizo una pieza si está determinada por sus circunstancias y estas siempre se encuentran en constante cambio?


Tomada de: march.es

Ante esta vorágine de preguntas, los compositores se dieron cuenta de que las “pasiones” (en tanto área sentimental del ente) de los músicos “desviaba” (o afectaba) invariablemente a la pieza al ser ejecutada. Se escapaba algo, se quebraba la intención principal por absolutizar la pieza cuando era tocada por otro.

En el siglo XVII un compositor italiano de nombre Mazzocchi fue quien, en sus madrigales, escribió las primeras simbologías para las dinámicas (qué tan fuerte o piano se toca tal o cual motivo). Tiempo después, Telemann incorporó los términos en alemán y francés para su difusión, además de agregar las agógicas (las cuales describen el carácter a ejecutar una obra: alegre, melancólico). Esta medida se implementó al ver que la pieza se desfiguraba al tocarse por otro. Era necesario, pues, crear indicaciones que se encargaran de domar a las pasiones externas para no desfigurar la principal intención.

Esta medida no se hizo para reconocer al músico, sino para no desviar el intento por absolutizar el pensamiento del compositor.

La época del Romanticismo se encargó de poner sobre la mesa el tema de la afectividad. La música, además de ser una cuestión técnica-racional, necesita de ser dicha para sustentarse, necesita que “alguien” la toque para reformularse. Ese alguien, inevitablemente está rodeado de circunstancias, percepciones y proyecciones que fijará sobre la pieza al momento de su ejecución, lo que provocará que, tanto la partitura como el músico, se vean afectados recíprocamente (como ese choque constante con el otro): dando para el escucha una interpretación simbiótica entre dos que se juegan mientras se rehacen.

Y he aquí algo importante: la interpretación. El Romanticismo tematizó esa afección entre la partitura con el músico como interpretación. Es decir, interpretamos el mundo que se nos presenta, pues el aparecer de lo otro se liga a nuestras experiencias de vida y con ello forjamos la percepción que tenemos de mundo. Ello se re-configura a cada paso dado. Lo mismo ocurre con la música: podemos escuchar a  Baremboin tocar la patética de Beethoven y a un Claudio Arrau y se escuchará distinto. Incluso el mismo Baremboin (u otro intérprete) en distintas etapas de su vida puede tocar la misma pieza y será distinta (lo que llamamos “madurar una pieza”), pues la música (como el mundo, como nosotros) está sujeta a su constante interpretación, a su posibilidad de contingencia al intentar sustentarla como “La interpretación”. Depende de las circunstancias en las que estemos parados al momento de tocar, de las vivencias que hayamos tenido (lo que llamamos: los años de experiencia al tocar). Como decía Heráclito: nadie se baña dos veces en el mismo río.

También te puede interesar

Tomada de: llccmusica.weebly.com

Aunque en este punto ya quedó el músico (el ente) como el otro que se afecta con su entorno (con la pieza), que tiene posibilidad de diálogo, el Romanticismo no siguió con el proyecto inicial. Es decir, después de hacer de la afección parte de la piedra angular que conforma nuestro estar-en-el-mundo, aún sigue quedando la interrogante descrita al principio: ¿Cómo es que puedo dialogar con otro, afectar y dejarme afectar, cuando no puedo salir de este círculo que es mi percepción de mundo (y me conforma)? Y además, considerando otro punto: ¿Qué es “esto” que se juega entre dos que dialogan (entre músico-partitura-público, o quienes tocan y escuchan) que logra  afectar al otro? ¿Qué se juega en ese momento inaprensible? ¿Cómo puedo tener empatía de la música que se me presenta, cuando hay una imposibilidad de salir de mí?

El esto -dice Pedro Reyes- es lo que nos marca el sentido que constituye nuestra proyección y en el que lo que ha pasado queda inmerso, reconfigurado y constituido de alguna manera (Xipetotec, 2018). Es ese fondo (ese instante que constantemente se esfuma cuando intentamos aprehenderlo -musicalmente hablando-) afectivo que no ha quedado reducido, que está ahí en el esto, como fuente de ese esto pero sin perder su posibilidad de re-configurarse, de ser más.

Es lo que nos afecta y nos marca cuando tocamos o escuchamos una pieza, lo que nos hace decir: “Es tal música” o “Tal intérprete”. El instante en donde nos quebramos, nos sentimos diferentes, trastocados desde el momento de la escucha. Un esto que se juega en la vivencia musical, que no se puede tematizar, sino hasta que se toma distancia del momento en sí… pero que, inevitablemente, nos hace sentido y nos provoca volver al sí con la vida. Nos hace otros después de afectarnos y nos hace creer que el otro (aunque imposibilitado también de salir de sí) es encontrable y nos afecta, quiebra y nos aprehende en ese instante (ese esto) que vive en ese estar abiertos, arrojados.

Y, ¿qué queda?

Nos queda un cambio de lentes, un tematizar para sabernos distintos, una sinceridad y arrojo cada vez más grande al tocar o al escuchar musicalmente (y vivencialmente) al otro. Es decir, un ser-siendo con el mundo, la vida, la música (que vive en la vida) y la palabra.

Tomada de: elmundo.es

Para interpretar hay que vivir. Para vivir hay que ser-con-el-mundo, ser con las circunstancias. Luego expresar-nos con ello para aprehendernos en un quebrado camino de encuentros.

Ahora, por lo pronto, nos queda el balbuceo y el silencio con la música. Solo eso.




Natalia Ulloa.
nataliaulloa15@gmail.com
PlasmArte Ideas, agosto, 2018.

Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas




miércoles, 22 de agosto de 2018

ENSALADA FREAK | The Death of Superman (2018)



Sección coordinada por David A. Becerra*


En 1992 se anunció a los cuatro vientos lo que sería uno de los eventos más importantes en la historia de los cómics: “La muerte de Superman”, acción que tenía un evidente carácter económico debido a que, en ese momento, los cómics estaban en una de sus peores crisis de ventas. La muerte de Superman fue un motor que catapultó y dio un nuevo periodo dorado de ventas a las principales editoriales de cómics, DC Comics y Marvel; después de esto, le siguió un tiempo de especulaciones sin fundamento que llevó nuevamente a las historietas a un tiempo de productos de baja calidad.

También te puede interesar
The Purge: la caída del sueño americano




Como todos saben, la muerte de Superman trata de lo siguiente: Un poderoso villano, nombrado Doomsday, aparece de la nada, destruyendo y matando a todo lo que se interpone en su camino, los más poderosos superhéroes lo enfrentan y son incapaces de detenerlo, al final, Superman es el único con la fuerza necesaria para derrotarlo, lo que le cuesta la vida en la épica batalla del famoso número 75 de Superman. A la fecha, existen dos películas animadas sobre este suceso, la primera se lanzó directamente a DVD en 2007 y se llamaba Superman: Doomsday y la historia estaba basada muy libremente en el cómic, dejando algunas partes muy importantes fuera, la principal, el llamado “Reino de los Supermanes”; la película tenía como director principal al famoso dibujante y diseñador de personajes Bruce Timm.

Este año apareció una nueva versión llamada: The Death of Superman, con un estilo de animación diferente y con un diseño de personajes e historia más relacionado con la serie de cómics The New 52, igual que la anterior, se lanzó directamente a DVD. La trama incluye a todos los personajes principales de The Justice League, que no aparecen en el cómic original. The Death of Superman tiene como co-director a Sam Liu, ya reconocido por otros trabajos de animación para DC Universe Animated Original Movies.

También te puede interesar




Lo importante de esta nueva versión es que, aunque con algunos detalles, la historia se apega más a la original e incorpora el mencionado arco argumental The Reign of The Supermen, donde se introduce a cuatro versiones diferentes de Superman y se mantiene la incógnita de quién de ellos es el verdadero; para quienes conocen el cómic saben la respuesta, además, The Reign of The Supermen, es el título de la próxima película animada de DC Comics que se estrenará en 2019 y que ya muchos esperan con interés.

También te puede interesar

The Death of Superman ya se encuentra en internet, aquí les dejamos el tráiler y esperamos que les agrade:






David A. Becerra.
PlasmArte Ideas, agosto, 2018.
Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas
  

Ensalada Freak es coordinada por David A. Becerra.
[*Cocinero de primera, perdón de primer año, 
experto en revolver cosas sin un orden específico, 
se me encargó la elaboración de ensaladas y otros platillos. 
Tengo la intención de escribir varios libros,
 de cursar varios diplomados, algunas maestrías y un par de doctorados, 
 hablo más o menos español, y lo escribo al 50%;  
soy el fundador y único miembro de mi propio fanclub de Star Wars.]

Contacto: davidalfonsobecerra@gmail.com