jueves, 5 de noviembre de 2015

MOUSSE MEDIA | Una apología a la Techné


[Sección a cargo de Víctor D. Magallón*]














[Ponencia presentada en la mesa de diálogo El Artesano, El Diseñador & El Artista, el 5 de noviembre de 2015]



Antes de comenzar esta charla me gustaría definir primero qué estamos entendiendo como “Arte”. Como historiador del arte quisiera hacer una distinción clara entre las narrativas existentes en lo que concebimos con esta palabra. Arte en relación con las llamadas bellas artes, (pintura, escultura, arquitectura), aquellas que representan los valores humanos y en donde los sentidos son parte de esta concepción, muy ligada a la alta cultura donde la dicotomía bárbaro-civilizado es parte de esta narrativa  o Arte como un producto cultural de comunicación, en el cual los aspectos de relación con la cultura y la historia  juegan un papel sumamente importante. Y es que pareciera ser que la historia del arte  sigue tomando como objeto de estudio una narrativa heredada de occidente del siglo XVIII, en donde los aspectos de forma importan más que el producto, en donde lo estético es un medio sutil para educar a la barbarie, es decir, como “el concepto de arte antes que el producto”. Introduciendo una estética  que  en la actualidad nos parece cada vez mas desfasada, pues el discurso de la historia del arte se quedó "en un pasado que se niega a ser historia" (Medina, Cuauhtémoc. 2015), en un discurso enaltecedor de lo pretérito  como única vía para encontrar la armonía del presente.  Al perecer la historia del arte “se nos presenta como un mecanismo para redefinir un proyecto positivista fracasado” (Garcia, Soledad. 2015). Un engranaje aceitado que sigue replicando una hegemonía política. 

Este sesgo nos impide observar a la artesanía con un punto de vista crítico y estetizante, que en esencia se compone de la misma manera que una “gran obra de arte”, pues la naturaleza fáctil, poyética de todo arte, esta vinculación con lo esencial, con la técnica, vale para el artista lo mismo que para el artesano. Y es que si nos remontamos hacia la época clásica, el concepto genérico de arte: el de ars latina, correspondiente a la techné griega era designado indiferentemente al oficio del carpintero, del constructor, del tejedor alfarero, del pintor, del poeta. Todas coincidían en ser primariamente actividades profesionales, formas de una destreza adquiridas con la práctica. En cuanto hábitos operativos, todas esas artes eran iguales.

Considero que la gran distinción y separación de arte-artesanía ha sido un discurso discriminador y hegemónico que se ha dado a lo largo de los periodos históricos. De una forma que podríamos denominar peyorativa, la artesanía ha funcionado como un aparato estético ajeno a las bellas artes quedando fuera de la narrativa tradicional del arte. Esta genealogía la encontramos propiamente  en el Medioevo con la denominación de artes liberales y artes mecánicas. Las primeras propias de hombres aristocráticos, libres e instruidos que implicaba un ejercicio mental más que manual; tendían a cultivar el espíritu como la música y la poesía; las segundas implicaban el esfuerzo manual de las llamadas hoy artes plásticas. Ya en el siglo XVII la conciencia hedonista de los teóricos del arte que querían salvar su prestigio, muy ajeno a las ciencias y a la moral las definieron  como las bellas artes. 


Las siete artes liberales, Herrand Von Landsberg. Siglo XII


Si bien a lo largo del siglo XX este distanciamiento entre arte-artesanía se agudizó, involucrando a la artesanía como ese mecanismo de otredad, que diferenciaba a las culturas de primer mundo con las tercermundistas y que distanciaba a los países montados en el tren del progreso (solo como referencia recordemos el libro Tesoros del arte popular mexicano de la Colección Nelson Rockefeller), hay que reiterar que en los últimos años ha habido mayor cercanía entre ambos modos de tratar esas formas de expresión. 


Tesoros del arte popular mexicano. Colección Nelson Rockefeller. 1978



Las relativamente nuevas epistemologías que se impregnaron en las ciencias sociales como los estudios subalternos, los estudios poscoloniales y los estudios de género han dado un fresco respiro y una salida a la ya tan desgastada forma de teorizar en la historia del arte; lo que ha generado la búsqueda de nuevas estéticas que nos puede ayudar a forjar nuevas concepciones, nuevas líneas narrativas de lo que denominamos arte-artesanía y desvanecer esa estrecha frontera que solo existe para la especulación entre ambas denominaciones. En la realidad existencial, el artesano es frecuentemente un verdadero artista y al contrario, el que se arroga derechos de artistas frecuentemente ni siquiera es un buen artesano. 


Si bien, mi intención específica no es enaltecer a la artesanía como un gran dispositivo estético, sí es importante generar discusiones para encontrar los lazos que unen al arte y la artesanía, crear nuevas directrices para seguir ese entramado estético que comparten ambos aparatos culturales, valorarlos de diferente manera y tener un acercamiento diferente al contemplarlos, proyectando un discurso ajeno a la narrativa heredada, ya que, de lo contrario, caeríamos en el  riesgo de parecer seres acomplejados tratando de valorizar ese largo proyecto no cumplido de la estética tradicional.




Víctor D. Magallón 

PlasmArte Ideas, noviembre, 2015

FB: PlasmArte Ideas

Twitter: @plasmarteideas











*Mousse Media, está a cargo de Víctor D. Magallón

[Cafeinómano y fiel defensor del código de los caballeros pizza. 
Gusta de realizar sesudos análisis en busca de la última temporada de 
Los Simpson que haya valido la pena.] 

Contacto: victor.dmagallon@gmail.com











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