Tomado de Google Earth
Sentiremos
las corrientes de aire entre las grietas de la construcción causal.
Cees
Nooteboom en La historia siguiente
La palabra serendipia —que designa la sensación de hallar lo que se busca por
medio del azar y las coincidencias— viene de Isri Lanka, una isla que está al
sureste de la India separada por el estrecho de Palk y es conocida por su forma
como “lágrima de la India” o “perla del océano Índico”. Su nombre actual deriva
del sánscrito y significa isla venerable” o “tierra resplandeciente”. En la
expedición de Alejandro Magno la llamaron Taprobane; actualmente hay una pequeña
isla privada en la costa sur de Isri Lanka que lleva este nombre como
remembranza de aquella época. Otros nombres adoptados son Lankadvīpa,
Simoundou, Serendipo, Selan y se llamó Ceilán hasta 1972 cuando cambió de
nombre a Sri Lanka.
En El Ramayana, atribuido a Valmiki, Rama construye un puente en el estrecho
de Palk para salvar a la princesa Sita, hija de Janaka rey de Mitila. La
historia cuenta que “Hanumana (el mensajero) llegó al estrecho que separa
Ceilán de la península hindú, y después de atravesar, volando, pulsado por
mágica fuerza, las aguas inmensas del océano, llegó a Ceilán, a la isla de
color esmeralda, ceñida por el zafiro del mar. Allí, en la ciudad de Lanka,
tenía su sede el terrible Ravana, y una vez en tierra penetró Hanumana en unos
maravillosos jardines, donde estaba prisionera la dulce Sita.”
En esta isla de “los mil
nombres”, se cuenta la leyenda de “Los tres príncipes de Serendipo” que narra
las extraordinarias deducciones a las que llegan tres nobles de un pueblo. Los
príncipes, después de ser desterrados por su padre, salen de viaje en busca de
conocimiento; en el camino encuentran a un hombre mayor cuyo camello estaba
perdido. El hombre pregunta a los príncipes por su animal, pero ellos le
jugaron una broma, atinando tan bien con las señas particulares que el hombre
los acusó de ser los ladrones. Pero fue por azar y por mera observación de los
hechos. Después de un tiempo, hallaron al camello, liberaron a los jóvenes
junto con la invitación de servir como
asesores del reino.
Hace años llegué al origen de
la palabra serendipia por azar, por un azar consecuente. Dice una máxima sufi
que por cada paso que das hacia lo que realmente quieres, lo que buscas da
siete pasos hacia ti. Una época me interesé por las historias de islas, así
descubrí Sri Lanka, después encontré el libro Serendipia. Ensayos sobre ciencia, medicina y otros sueños [1980],
de Ruy Pérez Tamayo, en el cual apunta que una de las primeras conexiones entre
serendipia y la isla, está publicada en la revista inglesa Notas y preguntas, con fecha del 22 de mayo de 1885. Allí, hay una
carta firmada por Charnock donde comenta “Serendipia se refiere a Sarandib,
corrupción árabe del término Sinhaladvipa
(isla de leones)”. Pero el 26 de junio, agrega Pérez Tamayo, “el gran
orientalista inglés Childers refutó un dato en otra carta: Sinhaladvipa no significa isla de leones sino isla de la gente
Sinhalesa (…) Ese mismo año Childers publicó el primer diccionario del idioma
Pali, donde aparece el término ‘dipo’ definido como una isla”. Pérez Tamayo
recoge la historia de “Los tres príncipes de Serendipo” del libro Serendipity and the Tree Princes: From the
Peregrinaggio of 1557, publicado en 1965 por T. G. Remmer.
Otra adenda a la isla es el
mito de la ubicación de la tumba de Adán. Una leyenda musulmana cuenta que está
allí, en Isri Lanka. Cada año se lleva a cabo el ascenso al monte donde Adán
fue enterrado.
Pero eso no es todo, Patrick
Harpur en su libro reciente Mercurius o
el matrimonio de cielo y tierra [Atalanta, 2015] anota que ”el autor árabe
Ibn Arfa Ras (fallecido en 1197), asegura que Hermes, hijo de Adán, nació en
China, cruzó la India y se instaló en Ceilán , donde descubrió una cueva llena
de tesoros y, entre las gemas, una enorme, la Tabla de esmeralda.” Aquí es Hermes, otro Hermes mensajero nacido
el China quien descubre la tablilla de esmeralda donde están inscritos los
principios del universo (véase
https://es.wikipedia.org/wiki/Tabla_de_Esmeralda). Hay diversas versiones en
torno a esta tablilla, otra de ellas supone que el hallazgo se debe a Alejandro
Magno, en Giza.
Como sea, uno puede hilar y
recrear el vasto engranaje que mueve las historias para llegar a un presente de
lleno de andamios y pasadizos. De pronto, se hace presente la serendipia y uno
siente la dicha del hallazgo.
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