martes, 10 de noviembre de 2015

COCTEL DE LETRAS | Cuentos inéditos - En el café (Raul Duarte)

[Sección a cargo de Inés M. Michel*]






[Colaboración especial de Raul Duarte]



La campana suena en el momento en el que los clientes entran, Alma abre los ojos por un instante  antes de volver a quedarse dormida sobre un libro de poemas. En cualquier otro empleo ya la habrían despedido, pero Tere, la esposa del dueño y cocinera del lugar, sabe que aunque es algo despistada, es una chica responsable, honesta y admirable, ya que en los años que lleva trabajando, ha estado estudiando a la vez su carrera.

Tere se encuentra viendo la televisión mientras disfruta de una taza de café descafeinado en una de las mesas de los clientes, al oír la campana, voltea y da un rápido vistazo, se levanta, toma su taza de café y camina hasta detrás del mostrador donde yace Alma roncando, le da una ligera palmada en la espalda y dice: “Llegaron clientes.” Al ver que sigue sin responder,  mueve su libro-almohada. “Hey, estaba leyendo eso.” Responde Alma.  Ambas se miran en silencio, Tere dice de forma  cortante: “Clientes, mesa ocho”, para después entrar a la cocina y seguir viendo su novela en una pequeña televisión.

Alma acomoda su uniforme, toma un par de cartas del menú y camina hacia los clientes. En la mesa ocho se encuentra un hombre vestido de manera casual de unos cuarenta años y frente a él, hay una mujer de unos veinticinco años que viste de manera formal. Les da un carta a cada uno y dice de manera mecánica: “Bienvenidos a Le potins, soy Alma y seré su mesera, cuando estén listos no duden en llamarme.” Da media vuelta y camina hacia el mostrador, en eso, escucha a la mujer preguntar: “¿Por qué este lugar?” El hombre contesta en voz baja: “Es un lugar poco conocido, he venido en un par de ocasiones, créeme nadie te reconocerá.” En ese momento le desaparece todo rastro de sueño y comienza a caminar más lento, la mujer responde: “¿En serio?  ¿Tú crees que no nos encontraremos a nadie conocido?, me moriría de vergüenza si algo así pasara.” Alma se ruboriza, para su mala suerte ya ha llegado hasta el mostrador y apenas puede escucharlos. Los ve con cierto disimulo, por un momento hace contacto visual con la mujer,  en un abrir y cerrar de ojos,  finge seguir leyendo su libro de poemas. Al cerciorarse de que no la ven, se agacha y camina agazapada por detrás de mostrador hasta llegar al estéreo y baja un poco el volumen de las bocinas de la televisión, pero aunque puede oír mejor a los clientes, no logra distinguir lo que dicen.

“¿Por qué bajas el volumen? Apenas escucho lo que dicen con las mini bocinas de esta tele.” Dice Tere desde la cocina, Alma entra junto con ella y dice: “¿Conoces al hombre que acaba de llegar? Ha dicho que viene seguido, en lo que llevo trabajando aquí, es la primera vez que lo veo.” “¿Qué?” “Que te fijes en los clientes que acaban de llegar y me dices si los has visto antes.” Tere sale de la cocina y da un vistazo, aprovecha para volver a subir el volumen, al regresar a la cocina dice: “Pues su cara me es bastante familiar, parece un actor famoso.”  “¿Un actor famoso? ¿En serio?” “He dicho que parece, no que es un actor famoso.”

Al volver al mostrador el hombre voltea hacia ella y alza un poco la mano. Mientras se dirige hacia los clientes, saca una pequeña libreta de su bolsillo, toma una pluma que tenía en su cabello, al llegar con ellos pregunta: “¿Ya saben que pedirán?” “Un café americano, y una rebanada de pastel de manzana para mí.” Responde el hombre, la mujer dice asombrada: “¿Tienes hambre? A mí ya se me espantó toda.” Alma pone los ojos como platos. La mujer agrega “Yo sólo quiero un café espresso por favor.” “Bien, entonces, un café americano, uno espresso y una rebanaba de pastel, en un momento les traeré su pedido.” Se retira con prisa, al llegar a la cocina dice: “¡Son amantes!” “¿Tú crees? Ojalá y no porque la chica es la hermana del chico, pero los separaron al nacer.” Contesta Tere sin quitar la vista del televisor. “¡No!, los de la mesa ocho son amantes” “¿Y tú como sabes eso?” “Sus pláticas, tienes que escucharlos, son muy misteriosos, creo que vinieron aquí a escondidas, estoy segura de que ese hombre es su jefe” “Ay Alma, no espíes a los clientes, ¿te gustaría que un cliente te espiara? y de cualquier manera, si fueran amantes no es de nuestra incumbencia, recuerda que aquí no juzgamos a nadie” “Tienes razón… lo siento… ¡ah sí! casi lo olvido.”  Le entrega una pequeña hoja con la orden, Tere la toma y le dice: “En un momento estará, salte de la cocina y ponte a hacer algo de provecho.”  Alma vuelve al mostrador, no pasa ni un minuto antes de que decida tomar un trapo y comenzar a “limpiar” las mesas de toda la cafetería.

“Con esto último, ya debe estar toda la documentación lista.” Dice la mujer. “Por fin lo tendremos en nuestras manos, no sabes cuánto he esperado esto.” Contesta el hombre. Alma para de limpiar, deja el trapo en una de las mesas y regresa a la cocina.

“Justo a tiempo, ya está la orden.” Dice Tere. “No son amantes, quieren adoptar a un niño, el hombre quiere un hijo pero necesita una esposa para que le den el permiso, es un matrimonio arreglado. Debió haberle pagado para que aceptara.” Tere le da una charola donde está la orden y dice seria:  “Pero como eres chismosa, además, no puede ser eso, no sé como funcione del todo, pero estoy bastante segura de que tendrían que tener algún tiempo de casados o algo así, las personas del orfanato se darían cuenta de que todo está arreglado.” “Tienes razón.” Responde Alma, se queda pensativa y después de un par segundos chasquea los dedos y dice: "¡Ya sé!, les daré el platillo y les pregun…" “No.” Dice Tere de manera autoritaria, toma la charola con el pedido y  agrega: “Ya estuvo bueno, déjamelo a mí, verás que con una sola ida sabré qué pasa con ellos.”

En menos de un minuto vuelve en silencio,  tiene un ligero temblor en sus manos y se ve pálida.  “¿Qué pasó? ¿Estás bien?” “Creo que secuestraron a alguien, fui, les dejé sus pedidos y escuché que decían algo como de que fue difícil conseguirlo, que no se dejaba, pero al final lo logró, que casi la descubren y todo el procedimiento que hizo, todo esto pasó en una oficina y lo llevan planeando por semanas y más cosas peores,  no sé de lo que sean capaces estas personas, tenemos que llamar a la policía.” Alma toma su celular y comienza a marcar, al estar sonando cuelga y dice: “Espera, creo que nos pedirán pruebas y no las tenemos, ¿las cámaras de seguridad del negocio graban sonido?” “Esas cámaras no funcionan desde el año pasado, las dejamos ahí porque el sólo hecho de tener la cámara impone.” “Bueno, iré a ofrecerles algo más o no sé, intentaré grabar lo que dicen para tener una prueba.” Toma  su celular, lo esconde en su pantalón y comienza a  grabar el audio.

Al salir, ve al hombre sosteniendo las manos de la mujer, se están viendo a los ojos y el hombre no para de hablar. Al estar cerca escucha al hombre, quien aún sigue hablando decir: “Es normal tener miedo, raro sería que no dudaras, es algo importante…” El hombre guarda silencio y suelta las manos de la mujer al ver a Alma acercarse. “¿Les puedo ofrecer algo más?” El hombre un poco molesto contesta: “Sí, la cuenta por favor.”  Alma recoge los platos con una sonrisa de oreja a oreja y al volver con Tere dice emocionada: “¡Se van a casar!, sus familias no los apoyan, eso explica porque no quieren que los vean y todo eso.” “¿Ah sí? ¿y cómo explicas lo que escuché?” Dice Tere mientras toma los platos y los pone en el fregadero. “Quizás…  como no los apoyan y están hartos de todas esas cosas, estoy segura de que escaparán juntos,  es por eso, llevan días, sino meses o años planeándolo y por fin harán realidad su sueño, por eso tomaron sus cosas sin que nadie supiera, su amor comenzará en otra ciudad, una vida nueva,  ¡oh por Dios que romántico!”  Suspira con fuerza y sale de la cocina, toma una pequeña caja de la vitrina del mostrador que contiene algunas galletas rosas  y se dirige a la mesa, al llegar mira a los clientes con una sonrisa, coloca las galletas sobre la mesa y  les dice: “La casa invita, considérenlo un regalo del destino” para después guiñarles el ojo. Los clientes la miran extrañados. “Gracias.” Dice la mujer, el hombre toma las galletas,  ambos se levantan y salen del café.

Al salir la mujer le dice al hombre: “¿Cuándo se hará público?” El hombre contesta al instante: “Cuanto antes mejor, esos corruptos caerán, si todo sigue bien, mañana saldrán todas la evidencias en primera plana.”

Ya en el mostrador, Alma se recarga sobres sus manos  y  ve por el cristal del café, cómo el hombre y la mujer caminan juntos hasta perderse de vista, suspira con delicadeza y dice con orgullo en voz baja: “Triunfó el amor.”

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 Raul Duarte
PlasmArte Ideas, noviembre, 2015

FB: PlasmArte Ideas
Twitter: @plasmarteideas



*COCTEL DE LETRAS está a cargo de Inés M. Michel 

[Egresada del Instituto de Ciencias, generación 100, (100cias100pre). 
Las letras le han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones. 
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror. 
Casiopea es su guía y confidente.]

Contacto: inesm.michel@gmail.com









                                                                                                                                                            


2 comentarios:

  1. Qué bonito! excelente historia, muy buena, muy bien hecha, el autor si que tiene talento :D

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