sábado, 26 de septiembre de 2015

CONTRAPUNTO | Hablar de la derrota, un encuentro con Rafael Cadenas






Un vigilarse a la distancia, un retroceder de lo abarcado, así eran las huellas y las perdía. Reconozco la voz cuando se aleja.

Así es como arden las ciudades, las casas. Los objetos se quiebran. Hay un silbido, uno minúsculo, agudo y precoz. Uno que llega antes. No da tiempo para empacar ni remontar las cuentas pendientes. Los grifos quedan abiertos y se cuela el viento frío como si sólo él pudiera llevarse, cargarse.

Pero sólo es el viento frío y llevado desde cada parte, cada renuncia y rencor, el que expulsa de sus bocas los objetos del incendio, el que pronuncia el tiempo traído como espuma, el que se agota en sí y puede vaciar los rostros, los cuerpos, aquel que entrega el alivio del hambre, saciado de carnosidad, de herrumbre y brillos.


Hay que hablar de la derrota, del necio pronóstico de llegar a la distancia, del deshacer los nudos que embriagan la voz. Preguntar qué regresa de allá, si se retrocede cada cierto tiempo al crujir de las aspas. El sonido de la muerte vibra en las termitas. Diré que el navío surcó las pieles del cielo, que está manchado el aire, que acabó la guerra, que volveremos al hogar de los puentes, que entraremos allí sin pertenencias. Hundiré mi rostro en la tarde más lenta, edificaré el tacto de la espera, me hospedaré en la renuncia que crece en los amaneceres. Acabaré conmigo por dentro de la llama, en el viento que entra como un secreto y se cuela por los orificios de la vida.



Ingrid Valencia
Twitter: @ingridvvalencia
PlasmArte Ideas, septiembre, 2015



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