sábado, 5 de septiembre de 2015

CONTRAPUNTO | Las luces de Piet Mondrián


 
“Naturaleza muerta con vaso de especias II” (1912),
 de Piet Mondrián (91.5 cm x 1.20 cm)




Estoy entre manos que progresan y dominan el cántico de la tarde. Es la espina un golpe detenido. Es la cadena del cuerpo una oscura sucesión de hechos que demoran su partida. La lengua está cercada por la melodía. Entrego la sospecha, el vidrioso espectáculo que comienza a desterrarme, a planear la trampa del retorno. Escucho la voz desde lo alto de un monte citadino, es un puente de murallas invisibles que atraviesan lo frágil, un soplo verde y gris de paseantes. La escoria en el humo alza las premisas de la vida. Respiro el suave derredor que abraza lo triste. Suspendo las horas como oráculos líquidos que tiemblan dentro de la casa. Lo triste reparte su densidad en la clara y fugaz mañana que camino. Es el movimiento del atardecer en las vitrinas, el gesto de permanecer quieto en un cuadro de Mondrián donde las líneas se encuentran y trazan árboles magenta, parcelas y un campo lleno de flores que se pierden a la distancia porque sólo forman cubos divisorios y pardos. Mondrián está cerca de tocar las ventanas que pactan la unión entre lo más próximo y lejano. Puede ser lo más grande o el punto más íntimo el que avanza sin retroceder de una orilla a otra. En la naturaleza muerta se halla la marca del viento, de la pausa. Uno mira la naranja como el estanque que refleja las nubes, agua removida por dentro para recomenzar, para reconstruir el primer grito y rectificar la frase que abre las preguntas. 






Ingrid Valencia
Twitter: @ingridvvalencia
PlasmArte Ideas, septiembre, 2015



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