martes, 1 de septiembre de 2015

COCTEL DE LETRAS | Andrología

[Sección a cargo de Inés M. Michel*]














[Columna quincenal de Judith Rosas]

ANDROLOGÍA
Ανδρολογία





ESTADO IDEAL DE CREACIÓN



La literatura es la creación de universos que son manifiestos de mundos internos, mundos forjados por las experiencias que logran ser sublimados delineando personajes que hacen posible fragmentos de historias. Historias que por su naturaleza única, dan vida a géneros literarios diversos.

Cada autor genera por sí mismo las condiciones para hacer posible el que sus historias lleguen a sus lectores, es bien sabido que el proceso creativo es más bien un recital de manías para exorcizar narrativas dotadas de gran talento, esto claro, cuando hablamos de obras literarias trascendentes a su tiempo y que viven para ganar la inmortalidad de quienes le dieron vida.

Además de las habilidades adquiridas por preparación, para hacer de la escritura una legítima manera de modus vivendi, es pulir y perfeccionar con lo que ya se cuenta, encarrilado y en marcha, ¿cómo llegar justo a ese punto donde los personajes tendrá lugar en el universo único de una obra?, ¿puede existir un estado ideal de creación para un escritor?, ¿verterá en sus personajes el cúmulo de ideas preconcebidas de lo que sus personajes tanto femeninos como masculinos deberían de ser?
  
La escritora inglesa Virginia Woolf, planteó la posibilidad de ser creadores bajo un estado ideal al que llamó MENTE ANDRÓGINA.  



MENTE ANDRÓGINA


La idea sostenida por la escritora es que en un proceso creativo, en este caso, de un escritor, el estado ideal es una mente andrógina, en donde se encuentran los componentes femeninos y masculinos, la proporción entre estos dos determinará el sexo predominante sin que esto signifique la exclusión del otro.

El planteamiento suena como una ecuación, donde sumamos, para luego restar, teniendo como resultado final una proporcional decantación, donde estos dos elementos no son antagónicos sino que se unen en perfecta armonía para dar lugar al verdadero estado de plenitud, como lo define en el fragmento de su obra Un cuarto propio la autora lo expresa de esta manera:

En cada uno de nosotros presiden dos poderes, uno masculino y otro femenino; en el cerebro del hombre, el varón prevalece sobre la mujer, y en el cerebro de la mujer, la mujer predomina sobre el varón. El estado normal y confortable es aquel en donde los dos conviven en armonía, cooperando espiritualmente. En el varón, la parte femenina tiene que tener influencia; y la mujer debe de tener también trato con el hombre que hay en ella… Al producirse esa fusión es cuando la mente se fertiliza a pleno y emplea todas sus facultades. Es posible que una mente puramente masculina no pueda crear, la igual que una mente puramente femenina”.



Virginia como feminista y artista intenta contribuir en un tiempo en donde los sexos eran considerados como bandos confrontados, ya que durante el siglo XX están marcados por la primera y segunda guerra mundial. Este ambiente de hostilidad se vio reflejado en lo siguiente, por un lado, las mujeres modernas luchan por un ente visible con la valía suficiente para participar en el ámbito público y no seguir confinadas a un ámbito privado (el del hogar), y lo más importante, la lucha contra una limitada existencia. Por otro lado, los hombres modernos se sienten desafiados por el logro del colectivo femenino del derecho al voto, protestan en contra de la igualdad del otro sexo, reafirmando su propia superioridad.

Lo esencial acerca del ideal estado de creación es el poder liberar la mente de tensiones para así emancipar las fuerzas creadoras.


La escritora francesa Simone de Beauvoir plantea una idea similar a la de Virginia. En su ensayo El segundo sexo (Le Deuxième Sexe), el texto de manera extensa es escrito como una reflexión de qué significa para la autora ser mujer, reflexión sugerida por su contemporáneo Jean-Paul Sartre. Recordemos que el existencialismo le dio visibilidad a las mujeres, dándole la oportunidad de existir replanteando así los roles que hasta el momento iban más relacionados con lazos afectivos y familiares tales como esposa, madre, hermana. La escritora investiga la situación de la mujer en la historia así como las situaciones que viven comúnmente las mujeres.


El planteamiento medular de su obra se da cuando habla de que lo que entendemos por mujer (cariñosa, coqueta, maternal) es una construcción social, un producto cultural. Por su forma tan particular de escribir se le podría considerar como un escritora andrógina, al decirnos que el hombre no es masculino y la mujer no es femenina, ya que lo que consideramos femenino y masculino son construcciones sociales, corazas que se revisten de límites “convenientes”, distinciones innecesarias. De Beauvoir nos remite a una mala costumbre que nos distingue en occidente y es el estigmatizar a los seres humanos categorizándoles como una cosa u otra. Más que una costumbre nuestro mal pertenece al terreno de lo maniqueo.


De Beauvoir nos hace conscientes de que los conceptos de hombre y mujer cambian de acuerdo con las culturas tan diversas en el mundo. Al final de cuentas son conceptos que nacen producto de los márgenes, la preocupación, la tensión de no caer en terrenos ambiguos, no definidos, no apropiados.


POROSIDAD DE LA MENTE ANDRÓGINA


La mente andrógina es un receptor absoluto que se mantiene vacío de ideas preconcebidas, antecedentes, referentes. Desde mi óptica, es un ritual zen que te hace totalmente consciente de ti y del entorno. Puede ser un ejercicio difícil de llevar a la práctica, pero puede considerarse un primer paso que nos acerque a un proceso de creación desligado de construcciones que no le pertenecen a nadie.

Como un ejercicio de un aprendiz de artista plástico, en que deberá dibujar con la mano con la cual no escribe, concentrándose únicamente en la tarea de plasmar el objeto que tiene enfrente de sí, sin separar el lápiz del papel. El ejercicio aparta al dibujante de todo lo anteriormente aprendido, armonía, perspectiva, proporción, dejando así que lo esencial se manifieste ante él, readaptando su cerebro y vista en lo importante. Asímismo, la mente andrógina se enfocará en un tarea esencial: la creación, dejando de lado lo que estorba, preceptos morales, culturales y sociales.

Si lo que buscamos es sintonizar con un ideal de creación donde las ideas abandonan el género, proveniente de una mente asexuada para mostrarse como ideas puras, podremos lograr liberar el potencial que reside en fuerzas aún dormidas.


En la próxima entrega de Andrología, revisaremos las obras literarias que han hecho de la androginia un estado idóneo de creación absolutamente posible.



Judith Rosas
PlasmArte Ideas, septiembre, 2015

FB: PlasmArte Ideas
Twitter: @plasmarteideas



*COCTEL DE LETRAS está a cargo de Inés M. Michel 

[Egresada del Instituto de Ciencias, generación 100, (100cias100pre). 
Las letras le han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones. 
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror. 
Casiopea es su guía y confidente.]

Contacto: inesm.michel@gmail.com












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