jueves, 3 de marzo de 2016

MOUSSE MEDIA | ¿Por qué no debemos ser tan severos con Coldplay?


[Sección a cargo de Víctor D. Magallón*]












En las últimas semanas hemos podido leer una serie de artículos y críticas sesudas acerca del porqué la banda británica Coldplay es una de las más odiadas actualmente. A pesar de ser una agrupación multipremiada, con gran cantidad de discos vendidos, haber encabezado por tres ocasiones el cartel del prestigiado festival de Glastonbury y formar parte de la ola inglesa que nos invadió a principios de este siglo, muchos melómanos especializados han dejado de seguirla, lanzándose sobre ella y nombrándola como la banda  más lamentable que ha existido. 

Es cierto, su actuación en el medio tiempo del Super Bowl 50 no fue de las mejores presentaciones, sin mencionar que la voz de Chris Martin, vocalista de la banda, se notaba sin ton ni son. Pero vamos, una mala presentación la tiene cualquiera y en los mejores espectáculos, si no, pregúntenle a Sam Smith en la pasada presentación de los premios de la Academia. 





También cabe mencionar que muchos se decepcionaron al ver que el show de medio tiempo fue opacado por las estrellas invitadas: Beyoncé y Bruno Mars, quienes dieron un espectáculo con explosiones y bailes. Pero también entendamos una cosa: el target de este show, la idea es satisfacer a los fieles seguidores de este deporte. Me es muy difícil imaginar a un fanático de tan violento deporte, esperando con ansia el  show de descanso del Super Bowl para escuchar las letras nostálgicas de vida y traición, distrayéndose con tan solo los brincos tetos de Chris Martin. 



Imagen tomada de businessinsider



Pero, ¿por qué no debemos odiar a Coldplay? Muchos de nosotros quedamos enamorados y fascinados con esas melodías de su primer álbum Parachutes (2000), que nos hacían plantearnos si en verdad podemos ser chicos malos y al mismo tiempo caer perdidamente enamorados de la chica de nuestros sueños, siendo Coldplay  el gusto en común de ambos. Quién no recuerda ese videoclip que ya es parte de nuestra memoria colectiva donde Chris Martin camina sobre la playa casi amaneciendo, cantándonos lo amarillo y brillante que puede ser  nuestra realidad al estar con la chica ideal. O ese pegajoso intro de piano en Clocks que tanto saturó los tonos polifónicos de los celulares en el 2002. Quizá llegamos a pensar que los chicos de esta banda podrían ser los nuevos Radiohead (obvio con sus respectivas comparaciones y diferencias), e imaginamos un futuro utópico donde ambas bandas liderarían la música alternativa. Soñamos que era la revancha del brit-pop que en los noventa no tuvo la atención merecida por culpa del movimiento grunge, pero que  esta vez invadía de nuevo con tropas renovadas.

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Es decir, construimos ideas en torno a una banda Pop que en ningún momento nos mostró lo contrario. Hasta Viva la Vida or Death and All His Friends (2008), que contó con la colaboración del mismísimo Brian Eno en la producción del álbum, Coldplay nos mantuvo con la expectativa de que su sonido podría evolucionar en algo más, incluso contribuyendo al género experimental de la música alternativa, pero no. Al contrario, Mylo Xyloto (2011), Ghost Stories (2014), y A Head Full of Dreams (2015) nos mostraron que esta banda eligió el otro camino, el del Pop, teniendo colaboraciones de popstars reconocidas como Rihanna y Tove Lo  .





¿Pero acaso tiene eso algo de malo? Para muchos el pop representa una lógica banal en la música, con letras triviales dirigidas a moldear una sociedad de consumo. En la historia del arte, la mayoría de los sesudos y críticos siempre han relacionado a la música con alguna otra característica más además de las puras sensaciones, pero, no siempre la buena música debe representar los problemas del oyente, ni en todo caso provocarle o desafiarle cognitivamente, a veces se necesita simplemente algo trivial para obtener placer, y eso es una parte importante para poder declararnos como seres humanos.

Lo que se le critica a Coldplay es que a partir de sus tres anteriores álbumes le apuesta a una formula segura, que gusta a todo el mundo, sin reinventarse como artistas. Si pudiéramos hacer un paralelismo comparativo entre cine y música, definitivamente Coldplay sería una comedia romántica, taquillera y tremendamente efectiva. Coldplay es Rupert Everet cantando I say a little prayer, es Hugh Grant tratando de conquistar a Julia Roberts o quizá, Coldplay es ese novio simpático que tuviste en la preparatoria y que sigues manteniendo contacto con él aunque no haya cambiado mucho su forma de ser. 

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Parece ser también, que lo que se le critica a esta banda británica es que se sigan escuchando en la radio y no haberse perdido en el limbo como Travis, Keane, Snow Patrol  o The Killers, bandas hermanas que honestamente nunca entendí la estrategia que tomaron, musical ni comercial. Quizá Coldplay sí tiene una estrategia, comercial sí, pero la tiene. Que muchos de los melómanos y pseudo críticos musicales aborrezcan este tipo de directrices, es un complejo, a mi parecer, de adolescente. 

“Lo comercial no le quita lo bueno”. 

Quizá el único punto que me hace pensar, repensar y en ocasiones hasta no dormir, en esta labor vicaria de defender a una banda que en realidad no necesita quién la defienda, es la negativa del gran David Bowie a realizar una colaboración en conjunto. Tal vez, este invasor espacial había viajado en el tiempo y se había percatado que era un error poner su nombre en alguno de sus álbumes, pero en fin, nunca lo sabremos con seguridad. Lo que sí es que la banda lo tomó de la manera más tranquila posible: “Bowie era muy sagaz. No le ponía su nombre a cualquier cosa. Le concedo crédito por ello”. Afirmó Will Champion baterista de la banda. 


Imagen tomada de: posta






Víctor D. Magallón 

PlasmArte Ideas, marzo, 2016

FB: PlasmArte Ideas

Twitter: @plasmarteideas











*Mousse Media, está a cargo de Víctor D. Magallón

[Cafeinómano y fiel defensor del código de los caballeros pizza. 
Gusta de realizar sesudos análisis en busca de la última temporada de 
Los Simpson que haya valido la pena.] 

Contacto: victor.dmagallon@gmail.com

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