[Reflexión generada a partir del seminario Impartido por el Dr. Eduardo Restrepo y Esteban Krotz, que se llevó a cabo los días 7 y 8 de mayo del 2015 en la Biblioteca Juan José Arreola.]
¿Cultura como poder o poder como cultura?
Actualmente la palabra cultura tiene numerosos significados y cada día se hace más presente en el vocabulario de la mayoría de las personas. Anteriormente, tenía connotaciones negativas, y solía hacer referencias a comunidades salvajes. Se asociaba con un gran cúmulo de universos simbólicos que era necesario erradicar por el bien de ese furioso tren llamado progreso. La cultura era vista como mero folklore.
Hoy en día cultura es el término mainstream, es el trending topic de los grupos que quieren acceder al poder, una palabra que puede ser utilizada como instrumento político para legitimar acciones que involucren grandes derroches económicos. Cultura es la palabra clave para gustarle a la chica que tanto te quita el sueño, para agradar a esos barbajanes que te consideran ignorante por no haber leído a Murakami.
¿Y qué sigue después?
Hasta antes de los años ochenta la realidad era reducida a la lucha de las clases sociales, conceptos como crítica, modos de producción y cambio social eran parte de nuestro vocabulario para explicar el motor de la historia. Hoy en día nos encontramos dentro de un reduccionismo cultural, donde conceptos como multiculturalidad, interculturalidad y transculturalidad son los mecanismos para definir nuestra realidad. Es decir, todo es cultura. Con la palabra cultura algo “malo” se convierte en una cosa aceptable. Antes Historia crítica de la risa, hoy Historia cultural de la risa. Existe cultura de todo: cultura política, cultura del trabajo, cultura estudiantil, cultura ecológica..., es decir, es un concepto que tiene gran implicación política y social.
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| Póster del Seminario |
¿Cómo es que un concepto que antes fue un complemento del vocabulario hoy es el centro de este?
Para Eduardo Restrepo (2015) la palabra cultura como la conocemos actualmente, “es un síntoma de la epocabilidad, así como en un momento todo se reducía a la lucha de clases hoy todo se reduce a cultura.” Antes cultura era ajeno a nosotros, representaba el otro. Hoy el pensar cultura es algo homogéneo. Las elites lograron imponernos que la heterogeneidad cultural no es ajena a nosotros.
Las alteridades desestabilizan, mueven los cimientos de las construcciones sociales impuestas por los hegemónicos, es por eso necesario que estos mismos la hayan integrado ya a nuestra cosmovisión. “Pensar la cultura como algo ajeno produce mundos, produce otros” (Restrepo, 2015). El poder no desea la existencia del “otro”.
Los hegemónicos ordenan el mundo, expanden la interculturalidad, seducen a las alteridades. El hegemónico también opera desde la alteridad, las empaca, las convierte en productos vendibles, las exporta y lucra con ellas. El capitalismo también opera desde la diferencia. “Definirte, estabilizarte son prácticas del poder”.
Entonces, ¿Qué sigue después de la cultura?
Victor D. Magallón
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