martes, 2 de octubre de 2018

AL FILO DEL CAFÉ | Del dinero. Marx, entre Hegel y Shakespeare (Parte II)


Sección coordinada por J. Ignacio Mancilla*





Tercer (manuscrito)movimiento (molto vivace): Propiedad privada y trabajo


Se trata del movimiento más complejo y en el que Marx, después de haber seguido a pie juntillas el discurso de la economía política, se aparta completamente de ella para, con Wolfgang Goethe, pero sobre todo con William Shakespeare, pero no sin Hegel, por supuesto, establecer lo que será su curso posterior de investigación (misma que culminará con una obra publicada en 1859, Contribución a la crítica de la economía política y la edición del tomo I de El capital, que salió a la luz pública en 1867).

En el inter de esas obras, y posteriormente a los Cuadernos de París, mejor conocidos como Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Marx redactó lo que hoy conocemos como los famosos Borradores (Grundrisse); es decir, estamos hablando del material preparatorio que le sirvió para publicar El Capital y que hoy conocemos gracias al Instituto Marx Engels de Moscú (su antecedente fueron los Archivos Marx-Engels, AME, fundados por David Rjazanov en 1920) que conjuntamente con el Instituto de Investigación Social (ISS) de Frankfurt y el Partido Social Demócrata (PSD) de Alemania los editaron en 1932; sí, no todo fue mal en la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas (URSS).

Esta historia es muy compleja y nos lleva, entre otras cuestiones, al asunto de las ediciones en español de dichos Manuscritos. Creo que es tiempo de regresar a esos proyectos truncos que nos obligan a una relectura de Marx, de Engels y todo lo que se fue amalgamando como “marxismo”; en el mundo y en México.

Esto desde la perspectiva de América Latina toda y particularmente de México, ello en cuanto a la “recepción” de Marx y el marxismo; historia que de alguna manera todavía sigue pendiente de elaborarse.  

Bien, esta historia ya nos es posible sin el “ajuste de cuentas teórico y político” de lo que fue el “socialismo realmente existente”. Y sobre todo sin el “ajuste de cuentas teórico y político” de lo que han significado las lecturas de Marx y el marxismo en México y América Latina.

Dos nombres cabe destacar, aquí, al respecto: José Carlos Mariátegui (1894-1930), peruano y José Revueltas (1914-1976), mexicano.

Sí, en México tuvimos artistas y militantes, ¡y qué artistas y qué militantes!, que les fue muy mal en tanto “prematuramente” se posicionaron de forma muy crítica ante los fenómenos aludidos; estamos pensando en nuestro José Revueltas, ya mencionado.

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No cabe duda que Marx fue un gran lector de Hegel; y también uno de sus más grandes críticos, así lo demuestra esta densa redacción donde el alumno hace cuentas con el maestro y con la filosofía toda en tanto el reino puro de las abstracciones.

Para así abrir el espacio histórico de un nuevo discurso: el que hoy conocemos como “marxismo” y que se sitúa, todo el tiempo, en el terreno de lo histórico concreto; aunque no sin tergiversaciones y postulados dogmáticos, más dignos de la religión que de la ciencia.

Este fue el drama, precisamente, de lo que Revueltas llamó “fascismo rojo”.

Pero, ¿qué sostiene Marx aquí para encontrarle a la dialéctica hegeliana un sentido más acá del reino del espíritu y mostrarnos toda la corporeidad de lo histórico social, precisamente en su dimensión más inhumana?

Justamente el carácter alienante del dinero y su poder deshumanizador.

Es aquí, precisamente, donde Karl Marx es más shakespeariano que hegeliano. Y donde los personajes shakespearianos, en tanto en ellos se “inventa” lo humano (pero también lo inhumano), caso concreto de Timón de Atenas, le sirven, a Marx, para ver con toda claridad la profunda dimensión deshumanizante cuando lo que se moviliza, antes que nada, es la “preferencia” por las cosas y el oro por encima de las personas y sus cualidades. 

Esta es la principal lección que el joven Marx extrae de su lectura de William Shakespeare; en particular de su conocimiento de Timón de Atenas.

Y es en esta lógica discursiva que quiero detenerme; y por supuesto que para hacerlo, es indispensable ir a los textos de Marx y a los de William Shakespeare.

No abusaré de las citas, haré solamente las citas indispensables para que quede claro el movimiento lógico discursivo de Marx y cómo la claridad de su discurso crítico se logra, precisamente, a partir de su gran conocimiento y compresión de Shakespeare.

De lo que aquí denomino la dialéctica shakespereana. 

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Quiero cerrar, pues, con lo que a mí más me interesa, mostrar la enorme relevancia discursiva que tuvo William Shakespeare en la formulación de ese nuevo discurso que Marx empieza a perfilar, precisamente, en los famosos Manuscritos económico-filosóficos de 1844.

En particular el papel que tuvo esa obra de Shakespeare que no es de las más reconocidas, estoy hablando de Timón de Atenas y que Harold Bloom sostiene que más que tratarse de una tragedia, ante lo que estamos es más bien ante una obra que se juega entre la sátira y la farsa.

Bien, para avanzar en mi propósito, necesito hacer una síntesis de esa genial obra, al tiempo que rescato algunos pasajes, para mostrar, precisamente, cómo es que Marx logra concretar en su dimensión más terrenal e histórica, el abstracto movimiento espiritual de la dialéctica hegeliana.

De modo que va, pues, el argumento general del Timón de Atenas.

Timón, noble ateniense, se muestra generoso con sus amigos (Lúculo, Sempronio y Ventidio) y los colma de regalos y pese a la advertencia de su intendente, Flavio (y también de alguna manera de Apemanto, filósofo cínico), en cuanto a la situación de sus “riquezas”, éste no les hace caso y las sigue derrochando en regalos hasta que cae en desgracia. En esta situación solicita la ayuda de sus amigos y todos le dan la espalda. Arruinado, se va a vivir al bosque y ahí encuentra “oro” y se percata, en esa extrema situación, que los hombres antes que la amistad y el amor, lo que más anhelan es el oro y las riquezas, por encima de todo. Esto agria su carácter y muta su nobleza en desprecio de todo lo humano, al grado de convertirse en un misántropo y escribir como epitafio para su tumba lo siguiente: “<<Aquí yace un cadáver miserable privado de un alma miserable. No busquéis mi nombre. ¡La peste os consuma a todos, infames esclavos! Aquí duermo yo, Timón, que, viviendo detestaba a todos los hombres. Pasa y maldice con toda tu alma; pero pasa y no detengas aquí el paso>>” (Shakespeare, William, Timón de Atenas, acto IV, escena IV, Editorial Aguilar, Madrid 1978, p. 659). 

Después de este resumen, haré una pregunta, crucial para lo que aquí me interesa argumentar: ¿qué es lo que hace de Timón de Atenas un misántropo?

No otra cosa que la traición de sus amigos, pues éstos prefieren las cosas, en particular el dinero, antes que la amistad y el respeto de su palabra. ¡Antes que la amistad que todo el tiempo les ofreció Timón!

He aquí la esencia de lo que Marx retoma de Shakespeare, para dotar de cuerpo y carne al espíritu de la dialéctica hegeliana y poder, con ella, criticar la economía política y su lenguaje en una lógica otra, más sensible, que la dialéctica abstracta del otro William, (Wilhelm) Hegel.

Desde esta perspectiva, no es casual cómo terminan precisamente los Manuscritos aquí analizados, con el apartado sobre el dinero y la dialéctica hegeliana, en los que se cita directamente a Wolfgang Goethe y sobre todo a William Shakespeare; bajando, de ese modo, la filosofía del cielo a la tierra.

Para mostrarnos, citando profusamente a Shakespeare, en particular al Timón de Atenas, al grado de hacer suyo el texto dedicado al oro y todo el sentido ético que lo subyace como signo de la más absoluta degradación humana, degradación que llega a la bestialización. Tema sumamente caro a Shakespeare, pero también a Aristóteles. 
 
Bien, antes de citar ese texto tan importante para su concepción del dinero, en la misma lógica discursiva, valiéndose también de otro gran clásico, estoy hablando de Wolfgang Goethe, y de su impactante obra Fausto, Marx pone en escena esa dimensión profundamente alquímica, siguiendo al espíritu “mefistofélico”  que tiene el dinero al “trasladar” las propiedades de una cosa a su comprador.

Estamos en el estudio de Fausto; y lo que está de por medio es el pacto entre éste y Mefistófeles, el espíritu que todo lo niega (¡qué definición de la dialéctica hegeliana!). Es precisamente de este contexto que el autor de los Manuscritos extrae, para sí y su movimiento crítico-conceptual, el siguiente texto:

“¡Qué diantre! Ciertamente, manos y pies, y cabeza y trasero, tuyos son; pero todo aquello que frescamente gozo, ¿es por ello menos mío? Si puedo comprar seis yeguas, ¿sus fuerzas no son mías? Me hago llevar por ellas y soy un verdadero hombre, como si tuviera veinticuatro piernas. ¡Ánimo, pues!” (Fausto, Acto I, Escena IV, p. 793, Wolfgang Goethe, tomo IV, Obras completas, Editorial Aguilar, México, 1991).

Marx corona todo esto con lo que aquí, de manera un tanto lúdica, llamo dialéctica shakesperiana; para ello refiere esa profunda cogitación de Timón de Atenas que tiene como objeto el oro.

Veamos la dimensión profundamente ética pero también política de dicho texto, que a Marx lo puso, nada más y nada menos que en la pista adecuada para poder criticar el discurso todo de la economía política.

Es Timón de Atenas el que habla:

“¡Oro! ¡Oro amarillo, brillante, precioso! ¡No, oh dioses, no soy hombre que haga plegarias inconsecuentes! ¡Simples raíces, oh cielos purísimos! Muchos suelen volver con esto lo blanco negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente. ¡Oh dioses! ¿Por qué? Esto os va a sobornar a vuestros sacerdotes y a vuestros sirvientes y a alejarlos de vosotros; va a retirar la almohada de debajo de la cabeza del hombre más robusto; este amarillo esclavo va a fortalecer y disolver religiones, bendecir a los malditos, hacer adorar la lepra blanca, dar plaza a los ladrones, y hacerlos sentarse entre los senadores, con títulos, genuflexiones y alabanzas. Él es el que hace que se vuelva a casar la viuda marchita y el que perfuma y embalsama como un día de abril a aquella ante la cual entregarían la garganta, el hospital y las úlceras en persona. Vamos, fango condenado, puta común de todo e l género humano, que siembras la disensión entre la multitud de las naciones, voy a hacerte trabajar según tu naturaleza”. (Acto IV, Escena III, p. 643).

Pero no termina todo ahí; esta lógica cósica (Georgy Lúkacs y Karel Kosik) es llevada por Timón a su extremo más absoluto. Escuchémoslo, más adelante sigue hablando del oro:

“¡Oh tú dulce regicida, amable agente de divorcio entre el hijo y el padre! ¡Brillante corruptor del más puro lecho de Himeneo! ¡Marte valiente! ¡Galán siempre joven, fresco, amado y delicado, cuyo esplendor funde la nieve sagrada que descansa sobre el seno de Diana! Dios visible que sueldas juntas las cosas de la Naturaleza absolutamente contrarias y las obligas a que se abracen; tú, que sabes hablar todas las lenguas para todos los designios. ¡Oh tú, piedra de toque de los corazones, piensa que el hombre, tu esclavo, se rebela, y por la virtud que en ti reside, haz que nazcan entre ellos las querellas que los destruyan, a fin de que las bestias puedan tener el imperio del mundo!” (Acto IV, Escena III, p. 650). 

Pero, ¿cuál es la naturaleza del dinero?

El de las relaciones sociales enajenadas; este es el enigma que Marx nos mostró a través de Hegel, pero también de Shakespeare.

Y lo hizo desde esta obra juvenil de la que aquí me he ocupado muy sucintamente; para desarrollar a partir de esta lógica todas las leyes de la sociedad moderna que se reducen a una lógica muy simple: la de la enajenación.

Marx, pues, así lo pienso, sigue vivo; a 200 años de su nacimiento.

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Guadalajara Jalisco, a 9 de mayo de 2018. (Fecha original).
Auditorio Adalberto Navarro Sánchez del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara. 



J. Ignacio Mancilla.
PlasmArte Ideas, septiembre, 2018.
Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas
  
Al Filo del Café es coordinada por J. Ignacio Mancilla*.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]

Contacto: ig.man56@gmail.com







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