lunes, 8 de junio de 2015

ARTE CON CUCHARA: La fiesta de las balas

[Sección a cargo de Talita Quiñones*] 














Enrique Ježik 


Enrique Ježik nació en Córdoba, Argentina en 1961. Es residente mexicano desde 1990, en donde ha dedicado su carrera a la exploración de temas como la violencia y la represión. Sin duda alguna, la violencia, resultado de los terribles acontecimientos represivos que vivió en Argentina durante su infancia, le marcaron la vida. 

Su trabajo se caracteriza por utilizar artefactos e instrumentos de destrucción, logrando hacer referencia a las herramientas del poder y el control de forma diferente en cada una de sus obras.

Para Ježik es claro que existe una estética de la violencia que a partir de las pinturas de batallas y particularmente de la Contrarreforma (1545) se evidenció en los cientos de mártires cristianos llevados a la pintura.

Su trabajo ha sido expuesto en países como República Checa, Argentina, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Canadá.

Enrique Ježik: 1961, Córdoba Argentina


El ritmo de la violencia

Estamos en la era de las revisiones. Volvemos la mirada hacia el interminable periodo de la violencia en Latinoamérica que nos remite hacia las dictaduras militares de los 70, que continuaron a lo largo de los años 80, con la guerra de guerrillas, la insurgencia popular en Centroamérica; y hoy seguimos viendo con la guerra sucia contra las poblaciones indígenas y las células revolucionarias urbanas, los partidos clandestinos, la represión de las protestas populares de trabajadores y estudiantes asfixiadas por el ejército y la policía, y la autoridad sin límite, impune, de los caciques en México. Al monopolio de la violencia estatal se une ahora la violencia del narco, de los secuestros, los feminicidios, la agresión contra los niños, los indígenas y los migrantes. (Galindo, 2011)


Con el monstruo de la globalización avanzando, en medio de una guerra entre el Capitalismo y el Socialismo, América Latina no encajó en primera instancia en los modelos económicos, sociales y políticos. Por un lado estaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) con un modelo guiado por el socialismo, y por el otro se encontraba Estados Unidos como principal potencia del modelo capitalista, ambos bandos queriendo que su régimen político-social rigiera el resto del mundo.

A finales de la primera mitad del siglo XX, en 1959, se vivió la que se considera la primera revolución de izquierda en Latinoamérica; una amenaza para el capitalismo en América Latina, el principal miedo para Estados Unidos. Este cambio de régimen político en la isla cubana, alentó a Estados Unidos a tomar medidas drásticas para así poder controlar el resto del continente. Es en este momento que se instauran las dictaduras militares latinoamericanas, enviadas por el país del norte. Paraguay, Bolivia, Chile, Argentina… ¿Y México? ¿Se puede exonerar a México de la tradición dictatorial Latinoamericana?

En palabras de Mario Vargas Llosa hace 25 años, durante el programa Encuentro Vuelta, organizado por Octavio Paz y moderado por Enrique Krauze, México era la dictadura perfecta. Enfatizó en el punto de que México encaja con un pequeño matiz en este lamentable proceso de dominación hegemónica y no precisamente por la permanencia de un hombre en el poder, sino por la permanencia de un partido, un partido que concede suficiente espacio a la crítica en medida que esta le sirve para legitimar su discurso democrático, y que al mismo tiempo suprime por todos los medíos a quien pone en peligro su permanencia, y lo vimos recientemente con el caso de Carmen Aristegui.

Democracia fue el disfraz que hasta hace algunos unos años funcionó como el traje perfecto para esta perfecta dictadura, la cual, un tanto agobiada, decidió tomar un respiro por 12 años, para reorganizar su estrategia y retornar con mayor fuerza a gobernar el país y en este hecho, reivindicar lo que se volvió cinismo a los ojos del mexicano, su patético discurso de igualdad y democracia. 

La “dictadura mexicana”, al igual que el resto de las dictaduras en Latinoamérica, ha sido incapaz de llevar justicia social a su gente. Lejos de los ideales de paz y justicia, en México lo que ha proliferado en la mano y de la mano de los que se dicen la voz del pueblo, ha sido la corrupción desmedida que, actualmente fuera de control, les expone.

De México para el mundo, a pesar de los esfuerzos por modernizar a la nación a partir de reformas que van desde la laboral y la académica, hasta la energética que compromete nuestra riqueza natural, lo que grita nuestro sentir, es la necesidad de una reforma constitucional y política a conciencia, ¿podrá lograrse?

Sin duda, México como parte de América Latina,  es un pueblo sin piernas pero que camina, tal como lo dice Residente (René) de la banda puertorriqueña Calle Trece.  

Enrique Ježik, La fiesta de las balas (2011)
300 disparos realizados con diversas armas reglamentarias de las fuerzas de seguridad pública sobre tres estructuras de acero y vidrio blindado acompañadas del sonido, los disparos: 50 de pistola 9mm, 100 de escopeta calibre 12 y 150 de fusil de asalto calibre 7.62, todo esto, muestra de la sofisticación armamentista que despliegan estas corporaciones para combatir al crimen organizado. El título y la cantidad de disparos son referencia a un libro de la época de la Revolución Mexicana: El Águila y la Serpiente (1926), de Martín Luis Guzmán. Actualmente, esta pieza forma parte de la colección del MUAC-UNAM en la ciudad de México.

La Fiesta de las Balas es una pieza que impresiona de modo particular, ya que lejos de presentarnos la violencia de una forma literal, como lo hace Fernando Brito en su serie fotográfica Tus pasos se perdieron con el paisaje, 2010, Jezik nos traduce la acción violenta de una bala, en un pensamiento que se materializa avasallador sobre tres estructuras de acero y vidrio blindado, que acompañadas por el sonido real de los disparos, transportan a un sinfín de escenas escalofriantes que forman parte del paisaje latinoamericano, propiamente del mexicano. 

El sonido ensordecedor, impacta constantemente en la realidad del imaginario mexicano; es el sonido de las balas que silencian voces. Balas que en el caso de la instalación pertenecen al orden público; mismo orden que lejos de servir a la sociedad que con sus impuestos le alimenta, se vende a aquellos que le compran la dignidad con lo que más o menos se mantiene una vida “digna” en un país como México, donde prolifera el crimen organizado.




Talita Quiñones
PlasmArte Ideas, junio, 2015

FB: PlasmArte Ideas
Twitter: @plasmarteideas





*ARTE CON CUCHARA está a cargo de Talita Quiñones



[Estudiante de Historia del arte, 

de nacimiento dramática y soñadora empedernida, 
aún en tiempos difíciles.  
Fiel a mis convicciones, mi mayor apuesta es al arte 
como motor de transformación social.]


Contacto: arteconcuchara@gmail.com







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Referencias


Galindo, Gabriela, (20 de diciembre de 2011) Réplica 21 Obsesiva compulsión por lo visual. Obstruir, Destruir, Ocultar: Retrospectiva de Enrique Ježik. Recuperado el 03 de junio de 2015, Disponible en: VER AQUÍ

Enrique Ježik, (2011) Recuperado el 04 de junio de 2015, Disponible en: VER AQUÍ

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