jueves, 27 de septiembre de 2018

Entelequia Musical | Música, memoria y cuerpo


Colaboración de Natalia Ulloa




“La vida no se ve ni se interpreta;
ciega asiste a tener lo que veía.
No es, ya pasada, suyo lo que cría
y ya no goza más lo que sujeta.”

Jorge Cuesta.


Tocar, leer, respirar, parar. Otra vez: tocar, leer, respirar, parar. Descanso (porque luego el músico se desgasta de más). Vuelve a tocar, leer (ya le duele el hombro, el cuello, la mano), parar. A pesar de los dolores vuelve a tocar, leer, respirar y parar. Ya son cinco horas de estudio. El músico está deshecho, pero su técnica logró perfeccionar. ¿Y el cuerpo?

En Guadalajara, (no dudo que en otras partes de la república también) el estudio, “perfeccionamiento” y conciencia de la música se desarrolla en el tiempo, la memoria y la lectura entrenada. Ante cada recital, los músicos se enfrentan continuamente a la barbarie de estar frente al público: “controlar los nervios” le dicen. “Colocar sobre la mesa el verdadero progreso que se tuvo con conciencia”.

Cada recital es un desfile interminable de pechos retraídos, piernas temblorosas, dolor de espalda “por el estrés” y respiración entrecortada (para los flautistas).

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Tomada de: veu.ua.es

Al término del momento, todos van a sus casas con dolores que, quizás, desaparezcan al día siguiente. Pero, ¿cómo proyectar escénicamente, si ni siquiera sé a qué atiende el cuerpo?

Nuestra conciencia corporal en la música es deficiente. Lo más consistente en la conciencia corporal es el área inmediata para tocar: las manos, los dedos, el brazo, el “diafragma” (que constantemente, dicen, tenemos que apretar).

La falta de inducción a trabajar el cuerpo (en su generalidad) para la interpretación musical se ha desarrollado apenas en unos cuantos cursos de “proyección escénica”, cursos que en su mayoría toman los músicos para salir del suplicio de estar frente a un público desconocido, sin aparentar los mortíferos nervios consecutivos. El músico cree que sus dolores corporales se deben muchas veces a su postura cotidiana, al estrés, a la carga laboral. No lo niego.

Sin embargo, todos estos factores se desarrollan por la memoria que tiene el cuerpo con nuestro estudio musical. ¿Acaso el cuerpo se desliga del intérprete cuando desemboca su concepción musical? No, al contrario, ayuda o retiene (como otro instrumento) la capacidad de comunicar musicalmente la obra.

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Tomada de:docenotas.com

La memoria del cuerpo es inmediata y duradera, por ende, es más complicada de cambiar (más si no tenemos la idea del cuerpo como parte de nuestro instrumento musical). En la cotidianeidad recordamos alguna caricia o tacto importante y creemos re-vivirla corporalmente, como si la persona que lo provocó estuviese de nuevo en el instante. En música, más allá de la digitación y memoria de esa parte muscular, tocamos y generamos movimientos, posturas y tensiones de forma inconsciente. El cuerpo las retiene y las reproduce constantemente en la vida cotidiana, la musical, etc. Cuando sentimos dolor es porque dicha postura no es tan conveniente para el desarrollo musical, pero al no saber a qué atiende, intentamos cambiarlo radicalmente sin detenernos a pensar. Esto provoca solamente que el cuerpo se tense más, pues un movimiento memorizado no se cambia con un movimiento rápido, lo que provoca que en los momentos posteriores que experimentemos de nuevo el dolor, repitamos la operación del movimiento rápido de cambio. A la larga, esta “solución” desembocará en una posible contractura que tendrá que ser atendida por algún especialista. Así, la vida se nos pasa entre el desgaste, la contractura y el pago a un otro para sanar un “no se qué” de mi cuerpo.

Cambiar una postura del cuerpo es igual de importante que corregir una “maña” en la interpretación musical. Los maestros, en su mayoría, sólo atienden al cuerpo con la forma de sentarse o pararse en el escenario. Repetir una postura no me hace consciente de ella. Cada cuerpo es distinto, ¿cómo saber que ese movimiento enseñado me beneficia?

¿Cómo hacer entonces para tener conciencia del cuerpo y que este me sea una herramienta favorable para el desempeño musical?

El método Feldenkrais trata la conciencia corporal y los patrones que cotidianamente asumimos para poder corregirlos gradualmente. Corregirlos desde el cuerpo ayuda considerablemente a la interpretación, resistencia, capacidad pulmonar y muscular en pro de la obra musical (y de uno mismo).

Organiza el movimiento y la proyección de energía necesaria para tocar, pues muchas veces nos cansamos al tocar y generalmente se debe a un esfuerzo innecesario por realizar algún movimiento para tocar.

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Ejercicios del método Feldenkrais (Tomada de: epoca1.valenciaplaza.com).

Tocar un instrumento exige una tarea muy compleja del sistema nervioso y muscular. El método Feldenkrais propone un acceso sistemático, global, de manera suave y conduciendo el desarrollo del sistema sensorimotor, elemento importante para una relajada interpretación.  Permite al músico sentir cómo se mueve y le da las herramientas para tocar de manera fluida, cómoda y armoniosa.

En lo personal, recomiendo acercarse a esta práctica, pues lo que se hace en una disciplina (como el movimiento corporal) se lleva consigo en la visa cotidiana. Si aprendemos a movernos con el cuerpo para tocar, lo haremos también para dejar de lado las lesiones corporales, posturas y tensiones cotidianas.

Habrá que conocer el cuerpo para que el instrumento tenga más posibilidades de hacerse escuchar.



Natalia Ulloa.
nataliaulloa15@gmail.com
PlasmArte Ideas, septiembre, 2018.

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