[Escúchanos este viernes 18 de diciembre a partir de las 21:00 hrs. por www.laexquisitaignorancia.com]
Los
festejos navideños no se limitan a una fecha fijada por el
calendario, esta celebración forma parte de un estado de ánimo que
se extiende a lo largo de los cinco continentes según su cultura y
geografía, y cada país tiene sus formas muy particulares de
conmemorarlo.
Algunos
celebran con pinos decorados, otros con farolitos y luces navideñas.
No faltan las tradicionales pastorelas y posadas. Hay quienes optan
por un pavo, o cerdo como cena; quienes hornean galletas de jengibre,
pay de calabaza o fruit cake para decorar sus mesas.
Mientras
aquí en México, Latinoamérica y España, en la creencia
judeocristiana se espera la llegada de Jesús niño, en Norteamérica
esperan la visita Santa Claus; en Rusia se aguarda por la venida de
Babushka, en Francia el arribo de Père Noël, y en Alemania la
aparición de Christkind.
Las
fiestas navideñas son una manifestación que se adapta a distintas
culturas, particularmente, a distintas sociedades. Al ser México un
país con una gran riqueza en este sentido, las celebraciones
decembrinas son igualmente vastas. La Navidad en México rescata su
sentido religioso al conmemorar el Nacimiento de Jesús niño. Aunque
una tradición heredada, las costumbres navideñas ponen en evidencia
el carácter mestizo de este pueblo; si bien es una fiesta que se
origina en Europa, aquí se incluyen elementos propios que le dan un
toque auténtico: las piñatas, los nacimientos y la flor de
Nochebuena son algunos de los elementos que dan identidad a estas
fiestas.
La
fiesta de Navidad tiene distintos matices y significados alrededor
del mundo, sin embargo, más allá de las distintas manifestaciones,
la cultura navideña alrededor del mundo evoca a la fraternidad, la
reflexión y agradecimiento.
Partiendo
de estas últimas líneas: ¿Qué sería de la Navidad sin la
mercadotecnia explotando estos conceptos?
Cambiando
un poco el tono, navidad es la época donde los regalos, la
convivencia y la “felicidad”, constituyen el común denominador
para finalizar el año. Los colores rojos, verdes y dorados se pintan
sobre el lienzo blanco de la paz y el amor (nótese el sarcasmo).
Estamos próximos a concluir un año más y las compras deben
realizarse cuanto antes. Las
pequeñas luces relampagueantes, los regalos y la estrella en la
cúspide del árbol, son los indicadores de que formamos parte de una
cultura habitual. Los spots
con villancicos se hacen sonar, la nieve desciende a través de
comerciales, el señor barrigón de traje rojo y Rudolf hacen su
entrada a través la publicidad que nos acompaña día y noche, al
corazón de todos los que en este planeta habitamos. Sin duda, la
navidad es una época para compartir, y consumir.
La
víspera anhelada para las marcas y creativos comenzó. Las palabras
eufóricas y los conceptos cimentados en amor, hacen explotar
nuestros corazones mediante palabras clave e imágenes. Ver, sentir y
vivir cada momento de esta época decembrina, es el objetivo de la
bendita publicidad navideña.
¿Qué
sería de la navidad sin la publicidad?, esta es la interrogante y,
aunque hasta el momento he aparentado a una especie de “grinch”,
sólo imaginen por un momento como sería una navidad así: una
navidad sin colores, sin regalos, ni magia; sin escuchar esos
pegajosos villancicos de Michael Bublé y todo tipo de comerciales
impactando al corazón y seduciendo a la mente. Piensen en el
barrigón del traje rojo como un desempleado más en este mundo y a
Rudolf sin su peculiar nariz roja; nos perderíamos de los gloriosos
comerciales de Coca-cola, y la celebración sería en vano. La nieve
sería únicamente parte del invierno y no de una celebración digna
del encendido del árbol navideño del Rockefeller Center; y qué
decir de la comida que nos llena las barrigas durante toda la
temporada: buñuelos, galletas, ponche, colaciones y cacahuates; el
sabroso pavo, la pierna, y por supuesto, la bendita ensalada
navideña.
Navidad,
sin duda se ha convertido en algo mágico gracias a la mercadotecnia.
Podría hacer una lista inmensa de cómo sería una navidad sin ella,
pero mejor disfrutemos de los regalos, la comida y todo lo que de
manera explícita e implícita nos brinda.
Talita Quiñones