Sección coordinada por Inés M. Michel*
Colaboración de Hilda Monraz
ANTECEDENTES
En
1929 la escritora Virginia Woolf publicó su libro titulado Un
cuarto propio
(en inglés A
Room of Ones Own).
Se trata de un ensayo en el que discutía la necesidad de la
independencia económica y espacial de las mujeres para poder
escribir. Aunque se trata de un tema literario-femenino, mi lectura
la posiciona más allá. Considero que es uno de los primeros textos
que puede vincularse con la crítica a la idea del amor e incluso con
el tema del amor libre. Porque al hablar de la independencia de las
mujeres escritoras, también cuestiona sus relaciones amorosas con
sus parejas varones; que muchas veces se llevaban los créditos de
autor. Porque se trata de un cúmulo de ideas innovadoras en la forma
de llevar feminidades y sus relaciones con los otros.
El mismo año de la
publicación de Un
cuarto propio,
se conocieron Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Ambos dedicados
a la filosofía existencialista, pero en distintos momentos de sus
trayectorias. Fueron pareja sentimental, o como ellos se llamaron a
sí mismos “amor absoluto” durante más de cincuenta años. Sin
embargo, nunca vivieron juntos, viajaban por separado y se
permitieron lo que consideraron “amores contingentes”; es decir,
otras parejas esporádicas de cada uno. Siempre y cuando se las
contaran el uno al otro. Las cartas personales entre Beauvoir y
Sartre revelan estas negociaciones y cómo fueron construyendo un
tipo de relación amorosa distinto al que tenían muchos de sus
contemporáneos. Se contaban sobre sus aventuras sexuales, se
hablaban de “usted” pero sobre todo, siempre procuraron la
sinceridad. Esa sería una de las claves para construir un tipo de
relación alejada de los convencionalismos y una característica que
se puede encontrar en el “amor libre”.
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Virginia Woolf (1882 - 1941). Tomada de: lavozdegalicia.es |
Simone se adentró
en el pensamiento feminista y esto le permitió ser muy crítica con
la manera de llevar las relaciones amorosas. Escribió el libro que
se convirtió en un clásico para las feministas del siglo XX: El
segundo sexo
(1949) en el que puso sobre la mesa el tema de la construcción del
ser femenino en occidente. Aseveró que “la mujer no nace, sino que
se hace” y con ello revolucionó la filosofía de su tiempo y dejó
un legado crítico feminista imperdible. Simone y Jean Paul fueron
probablemente una de las primeras parejas intelectuales famosas en
encarnar lo que se llamó “amor libre”. Una forma de vida que
sería definida con más claridad en las décadas posteriores a la
experiencia existencialista de aquellos dos franceses.
DEFINICIONES
Y CRÍTICAS
El
amor es un concepto histórico, y por lo tanto es cambiante. Depende
mucho del contexto social; de las aspiraciones individuales y
colectivas, de la situación económica, política y cultural. En
buena medida está relacionado con las creencias religiosas y la idea
de la divinidad; aspectos que suman a esa construcción no sólo en
términos de definición, sino también de lo que significa ser
mujer, ser hombre, y las distintas vivencias sexuales. Generalmente
es un término que idealiza las relaciones afectivas y que se pone en
distintos niveles: el amor a la madre, a la familia, a la pareja, a
los hijos. El que atañe en este momento a nuestra discusión es el
sexual.
Desde finales del
siglo XVIII pueden leerse análisis sobre la idea del amor romántico.
Ese que se relaciona con la heteronormatividad del patriarcado. El
que se constituyó entre princesas, castillos, llantos y sufrimientos
“con un final feliz”, e idealizando feminidades y masculinidades.
Marcela Lagarde hizo una revisión histórica del amor y la
colonización de las mujeres a través del amor romántico.1En
ella, Lagarde reflexiona sobre cómo las mujeres hemos sido
construidas para convertirnos en seres amorosos y a través de esa
constitución se nos ha requerido casi como un mandato amar sin
cuestionar, sin pensar e incluso renunciando a nosotras mismas. De
esa manera se explican los contextos de violencia en los que las
relaciones tóxicas terminan con la autoestima de las mujeres –en
el mejor de los casos- o con sus propias vidas. “Pero si ya sabe
que él no la quiere, ahí va y regresa siempre con el patán” “Y
luego que por qué las matan” “Ella se lo buscó por tonta”,
son algunas frases muy comunes que naturalizan la violencia y el amor
romántico en el que muchas mujeres se sumergen a pesar del daño
tremendo que les hace. ¿De dónde viene esta idea del amor y qué
dice el feminismo al respecto?
Las (re)visiones
feministas alcanzan todo. Desde las altas esferas de poder en lo
público hasta las relaciones íntimas. Por eso la frase “Lo
personal es político” sigue vigente en muchos sentidos. Y desde
ese posicionamiento, el amor se puede ver como una construcción
política –que implica poder- a la que hay que analizar y
deconstruir. De ese modo, las críticas feministas al amor romántico
han derivado en distintas (re)definiciones del amor. Una de ellas es
el amor libre. En ella se considera que la relación amorosa no es
necesariamente monógama y va contra la opresión que conlleva el
amor romántico. No me posees ni yo a ti. Somos seres con libertad de
amarnos entre nosotros o no hacerlo. Por eso es tan necesario hacer
la visible el poder que se encuentra en el centro de una relación
amorosa. Al comprender que también en el amor hay juegos de poder,
podemos entender qué estamos negociando y cuál es la manera más
justa de hacerlo. De la misma manera se devela la cuestión simbólica
del amor y se puede desmitificar al otro. Esto implica reconocer que
somos seres imperfectos y que así podemos amar, humanamente.
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A través del amor
libre se desmiente el “sacrificio” y se contrapone con la
autonomía del individuo. Incluso se cuestionan los propios gustos y
las propias preferencias con el ánimo de abrir opciones y permitir
mayores satisfacciones. Esa autocrítica es muy útil porque no sólo
abre, sino que pone límites sanos en las decisiones. Esto puede
llevar al manejo sano y honesto no sólo de las relaciones
interpersonales, sino de la misma autoestima y del desarrollo
personal. El amor libre también está relacionado con algunas ideas
anticapitalistas y se ha fortalecido en contextos anarquistas,
socialistas y comunistas. No es necesario comulgar con estas
facciones políticas para practicar el amor libre, pero en el fondo
hay una propuesta que contradice la propiedad privada del capitalismo
y que puede ser muy útil en términos interpersonales.
PROPUESTAS
Una
de las grandes aportaciones del feminismo es la práctica. No se
trata sólo de analizar y juzgar, sino de proponer y poner manos a la
obra. Si ya tenemos décadas (o siglos) pensando el amor romántico,
desmenuzándolo y tratando de erradicarlo, al mismo tiempo se
generaron activismos del amor libre que siguen desarrollándose. Otra
de las grandes contribuciones feministas es la no generalización.
Aunque ya existan algunas definiciones, críticas y experiencias
situadas, no se puede hablar de manera reglamentaria de cómo llevar
a cabo una relación de amor libre. Requiere de negociaciones
interpersonales, diálogos, establecimiento de límites y sobre todo
de honestidad.
Tal vez una de las
partes más difíciles de llevar a la práctica el amor libre es la
sinceridad. Requiere de un grado de confianza muy alto y de cierta
valentía al enfrentar la reacción del otro. Definitivamente no
puede concretarse esa certidumbre con una pareja que no la comprenda,
apoye y replique. Aunque Simone hizo parecer que era muy fácil
decirle a Jean Paul que se había acostado con otro hombre, o con
otra mujer, en realidad suele ser muy complejo. Detrás de esa
complejidad están las críticas a algunas ideas que también son
históricas y que nos han hecho creer que son inamovibles o
incuestionables. Una de ellas es la fidelidad. El repetido discurso
“fiel en lo próspero y en lo adverso” que no siempre es
aplicable, ha dañado profundamente y de distintas maneras a muchas
parejas a lo largo de la historia en muchas latitudes. ¿Qué es
realmente eso de ser fiel? ¿Implica el pensamiento, sólo las
acciones, mandar mensajes, tener relaciones sexuales con otra
persona? ¿Se puede confesar eso a la pareja?
Todas esas preguntas
tienen cabida en la revisión feminista del amor. Y no se resuelven
de manera tajante. Se piensan, se amoldan, se complejizan. Pero sobre
todo, representan la base fundamental de la implementación del amor
libre. Al comprender que las relaciones amorosas son necesarias, pero
al mismo tiempo deben tener ciertas características dependiendo no
sólo de un contexto social sino también de momentos específicos en
las trayectorias individuales y de pareja, se pueden llevar de manera
más crítica y menos dolorosa. La clave probablemente radica en
deconstruir la propia noción del amor y encarnarlo de la manera más
simple. No es que las feministas neguemos al amor o renunciemos a él.
Precisamente puede verse como todo lo contrario. Al revisar el
concepto, nos apropiamos de manera distinta y lo redireccionamos.
Proponemos nuevas formas que no den cabida a la violencia ni a la
opresión. Pero que sean sanas y promuevan un desarrollo humano
cercano al gozo y lejano a la posesión tóxica. Para ello, urge
repensar la forma de ser mujer, pero también de ser hombre. Es
necesario el diálogo y la apertura, las negociaciones y la
sinceridad. Decir hola a nuevas formas de amar y adiós a lo que nos
hace daño.
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COCTEL DE LETRAS es coordinada por Inés M. Michel.
[*Egresada del Instituto de Ciencias, generación 100, (100cias100pre).
Las letras me han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones.
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror.
Casiopea es mi guía y confidente.]
Contacto: inesm.michel@gmail.com
_______________________________________
1
Marcela Lagarde, Claves
feministas para la negociación en el amor,
Puntos de Encuentro, Managua, 2001. Se puede consultar en línea en
la siguiente liga:
http://cdd.emakumeak.org/ficheros/0000/0538/claves-feministas.pdf
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