martes, 20 de noviembre de 2018

COCTEL DE LETRAS | Herstorian: Esbozos sobre movilizaciones feministas

Sección coordinada por Inés M. Michel*



Colaboración de Hilda Monraz



Esbozos sobre las movilizaciones feministas actuales y lo que iluminan sobre otras semejantes/divergentes


El pasado viernes 28 de septiembre marchamos en distintos lugares de México y de América Latina por la despenalización del aborto. En Guadalajara hubo una muy buena organización por parte de varias colectivas feministas que convocaron a una marcha que partió del parque Morelos rumbo al andador Escorza. En el trayecto tuvimos varios incidentes que no pasaron a mayores, gracias a la excelente coordinación y apoyo entre las chavas que asistimos. Uno fue de lo más común en estas marchas: el típico machín que desde lejos grita contra nosotras, adjetivándonos de todos los conceptos malignos posibles y diciendo todo el tiempo con su cabeza y sus manos que no. Aludía a argumentos pseudoreligiosos como “sólo Dios da vida, sólo Él la quita” entre otros, que ignoramos con bastante gusto. Porque una de las reglas en este tipo de movilizaciones es que no caigamos en provocaciones ni respondamos ofensas. Estamos en nuestro derecho de caminar, tomar las calles, porque se pide un permiso especial antes, pero tratamos de predicar con el ejemplo sobre el respeto, la diversidad y la tolerancia a otras ideas.
Otra de las reglas fundamentales en las marchas feministas es la paralización como respuesta a la violencia. Específicamente se da la orden de parar y sentarse en el suelo cuando alguien agrede a alguna compañera o a varias en la marcha. Esto no es algo exclusivo de las marchas feministas, personalmente lo he visto en otros movimientos como Yo Soy 132, aunque con las feministas es mucho más común que ocurran agresiones desde afuera. En esta pasada marcha del 28S lo pusimos en práctica. Íbamos por la avenida Juárez a la altura donde se encuentra el edificio de teléfonos que movió el famoso ingeniero Jorge Matute Remus cuando dos policías, un varón y una mujer, se metieron a la marcha y trataron de aprehender a dos de las compañeras. Yo estaba a un lado de una de ellas. Me aventaron y todas nos asustamos un poco. Pero un compañero que iba del otro lado mío interpeló al policía varón y le preguntó que por qué la arrestaban. Mientras maniobraba aquel hombre frente al oficial, varias compañeras le sacaron algunas cosas de la mochila a quien querían llevarse y otras la rodearon para que no lograran su cometido. La policía mujer ya casi se llevaba a otra marchante, pero otro grupo de mujeres no se lo permitieron.

También te puede interesar
Herstorian: ¿Todas y todos?

Marcha feminista #28S, Guadalajara, Jal., México (Foto: @Turcoviejo).

Mientras todo eso pasaba, las que estaban más alejadas empezaron a gritar que nos sentáramos y así lo hicimos todas. Entonces quedaron en evidencia las policías y se retiraron, el hombre nos dijo que ya tenían reportes y que nos iban a vigilar. ¿No es lo que se supone que deberían hacer con los criminales? ¿Por qué “vigilar” a las asistentes a una marcha pacífica que estaba planeada y que tenía objetivos particulares? ¿En qué categoría entramos, para que nos estén vigilando e incluso tratando de aprehender con la primera excusa? Pues nos enteramos, apenas unos minutos después, que hubo personas fuera de la marcha que apuntaron a estas compañeras afectadas como “vándalas” porque supuestamente traían latas de pintura y habían grafiteado consigas feministas en muros que pasamos. Yo iba junto a ellas y no vi nada de eso. Pero en caso de haber sido así, se supone que el arresto se tendría que hacer in fraganti y con pruebas. Los señalamientos vinieron de afuera de la marcha y sin fundamentos. De no haber tenido la oportuna reacción de las compañeras protegiendo a otras, tal vez se las hubieran llevado quién sabe con qué cargos, a dónde y qué les hubieran hecho. Es muy conocido que en casi todas las marchas de distintos movimientos sociales se hacen pintas y a veces hasta destrucciones de símbolos, cambios en letreros, quema de objetos, y otras cosas que raramente castigan o persiguen. A menos que sea feminista.
Varias mujeres integrantes de colectivas feministas se están poniendo de acuerdo para diferentes acciones en torno al 25N. Ése día conmemoramos la lucha contra las violencias ejercidas contra las mujeres. Se tiene preparada una jornada política cultural contra las violencias machistas el domingo 25 de noviembre, desde las 11 de la mañana hasta las 2 de la tarde, para cerrar con una marcha a las 2:30 p.m. que salga del parque rojo. En esta jornada se incluirán actividades informativas, de teatro, de poesía y se hará un memorial contra los feminicidios. Son acciones que cada año aumentan, se organizan mejor y hay más participación de muchas mujeres. Aún se están discutiendo los pormenores de estas movilizaciones y de la marcha, por lo que en próximos días saldrán las convocatorias para participar. Es evidente que, con el paso de los años, estas acciones colectivas se han intensificado y han captado la atención de más personas: tanto a favor como en contra.

También te puede interesar
¿Por qué es peligroso para una mujer “viajar sola”?

Imagen tomada de: Am San Luis.

Un aspecto en común entre estas dos movilizaciones, y otras más feministas de los últimos tiempos, es que son realmente incómodas para personas ajenas al feminismo. Los dos temas son urgentes en este contexto de violencia extrema contra las mujeres, deberían ser objetivos en las agendas de las políticas y materia de análisis de las académicas, pero no es así. En cada marcha feminista, aunque no sean tan numerosas como las de otros movimientos, tenemos agresiones visibles y alarmantes que dejan ver discursos de odio.  Desde mi experiencia, no ha sido lo mismo marchar contra el despotismo de un partido político que ha mermado los derechos de la población y se ha burlado de la misma, como cuando marcho por mis propios derechos como mujer y por mi vida. ¿Por qué existen esas diferencias? ¿Qué les es tan incómodo como para tratar de frenarnos en todo momento, incluso cuando nos están matando? La historia del feminismo corre a la par que la historia del antifeminismo y se nutren una a la otra. Cuando hay un avance feminista, que casi siempre es producto de una lucha de larga duración, con muchos episodios violentos y repletos de obstáculos, hay una reacción antifeminista que es dos o tres veces más fuerte y no pocas veces hace retroceder algunos peldaños alcanzados. Se tendría que matizar esto con el análisis particular de algunos logros feministas, pero en la generalidad se observa un modelo: avance-reacción, que no es único para las feministas, pero que sí es cada vez más visible y peculiarmente violento contra las mujeres.
En este 2018 hemos visto incrementos espeluznantes de la violencia contra las mujeres, aumentos en los feminicidios a nivel nacional, tiemblan algunos escenarios aparentemente ganados por las feministas, y aunque hay supuesta paridad de género en el legislativo que arranca el gobierno entrante, lo cierto es que aún hay muchas batallas por lidiar. ¿Las marchas o movilizaciones públicas tienen consecuencias en la vida política, económica y social de nuestro contexto? ¿Sirven de algo? ¿Hay cambios gracias a ellas? Habría que revisar algunos movimientos sociales con la perspectiva de larga duración, pero tal vez sirva para esta reflexión un evento acaecido hace apenas unos días. Marcharon a favor de la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco quienes decían que las marchas no servían para nada y que quienes acudían a ellas deberían “ponerse a trabajar”. En la ciudad de México fue la concentración más concurrida, como suele ser, pero también tuvo su paralela en Guadalajara, con la aparente cantidad de 40 a 50 concurrentes. Sin entrar en detalles sobre las consignas de odio, racismo y xenofobia que llevaron, cabe en esta cavilación preguntarse: si tanto han criticado las marchas, las acciones colectivas, la desobediencia civil, ¿por qué recurrir a ellas para hacerse notar? ¿Cuál es el objetivo de marchar? Y eso aplica para todos los movimientos, ¿cómo y desde dónde se debe incidir para visibilizar los problemas que nos aquejan? ¿Qué sentido tiene la movilización de las masas? ¿Quiénes las han utilizado y para qué? Aunque son muchas las respuestas y se esbozan desde diferentes direcciones, lo que ahora puedo discernir es que este siglo XXI nos ha llevado por los caminos de la constante crítica, revisión e incluso institucionalización de las movilizaciones sociales, dependiendo del momento, del lugar y de las protagonistas de las que estemos hablando.

También te puede interesar
¿Qué nos espera en materia de derechos a las mujeres con este nuevo gobierno?


Hilda Monraz.
@_biographer
PlasmArte Ideas, noviembre, 2018.
Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas




*COCTEL DE LETRAS es coordinada por Inés M. Michel. 
[Las letras le han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones. 
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror. 
Casiopea es su guía y confidente.]

Contacto: inesm.michel@gmail.com










No hay comentarios.:

Publicar un comentario