Sección coordinada por Inés M. Michel*
Colaboración de Hilda Monraz
El
23 de marzo de 2017 fue asesinada la periodista Miroslava Breach en
Chihuahua. Se había dedicado a publicar investigaciones sobre la
relación entre el crimen organizado y ciertos grupos políticos de
su estado. Específicamente con algunos panistas. El 25 de diciembre
del año pasado arrestaron al supuesto autor del crimen.1
Sin embargo, el juicio ha sido turbio y hoy en día no hay respuesta
sobre el feminicidio perpetrado. ¿Quién o quiénes mataron a
Miroslava? ¿Por qué? ¿A quién o quiénes les era incómoda su
existencia? Son preguntas que siguen en el aire. Sin embargo, este
terrible ejemplo sirve para pensar en las tantas mujeres que han sido
asesinadas por enfrentar su contexto político y social, tratando de
esclarecer los caminos y buscando la justicia.
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¿Rebeldes o sumisas?
La
construcción social del ser mujer es sumamente compleja y depende de
muchos aspectos que sí están relacionados con la biología pero
sobre todo con la cultura. La condición corporal, física y
biológica de la constitución femenina se sujeta inexorablemente a
las exigencias sociales y culturales de su entorno. En este lado
occidental del mundo, el hecho de ser mujer está casi siempre
relacionado con una posición inferior al hombre y con ciertas
características que la dejan en calidad de doméstica, madre,
sumisa, sentimental y poco racional. Esa forma de ser mujer fue
asumida por algunas y criticada por otras. A lo largo de la historia
han existido muchas mujeres que se declaran en contra de los
estereotipos de su género, pero también quienes los retoman como
propios y esto las ha llevado a la felicidad. Otras no han tenido
oportunidad de oponerse. La gama de posibilidades del
ser mujer es tan amplia y contrastante, que no se reduce a dos, sino
que implica muchísimas más.
Tenemos
una Sor Juana que desafió los prejuicios contra las mujeres en el
sentido intelectual. Declaró que sus congéneres podían estudiar y
dictar cátedra, incluso ser iguales a los varones. Pero lo hizo
siendo monja católica y tomando como propios algunos valores y
virtudes que se consideraban “femeninas” como cocinar y vivir en
el espacio “doméstico”. Para entender esto, tenemos que recurrir
al contexto virreinal, donde las mujeres tenían muy pocas
oportunidades de movilidad social. Sólo algunas con ciertos poderes
económicos y políticos lograron lo que Juana de Asbaje pudo. Por
otro lado, tenemos una Frida Kahlo que plasmó temáticas corporales
en sus obras pictóricas. Esto la relacionó con un nuevo tipo de
arte que incluso algunos han considerado precedente al feminista.
Llevó una vida de aparente libertad sexual y se relacionó con los
intelectuales mexicanos y extranjeros de su tiempo. Empero a su
rebeldía, se enamoró de un hombre que no le correspondió de la
misma manera su entrega y que la engañó constantemente con mujeres
muy cercanas. De nueva cuenta hay que recurrir al ritmo histórico
que nos permite entender por qué una mujer emprende cierto estilo de
vida y desde dónde. Kahlo hoy en día goza de mayor popularidad a
nivel mundial que el que fue su esposo. Un amigo curador de arte me
comentó que para pedir sus obras hay lista de espera de dos o tres
años en los museos ¡de México y Estados Unidos!, mucho mayor es en
otros países.
Tomado de:fahrenheitmagazine.com |
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No
quiero decir que Sor Juana y Frida son polos opuestos. Mi pretensión
es reflexionar en torno a la construcción de ser mujer que debe ser
comprendida en un contexto social que es histórico; es decir,
cambiante. Que obedece a muchas aristas que están en juego y que de
ninguna manera son inamovibles. También quiero dejar claro que el
paso del tiempo no es sinónimo de “evolución”, sino de una
complicación de mayor o menor medida en las formas de constituir
feminidades. En un mismo momento histórico pueden existir varias
maneras de ser mujer y se pueden contraponer o no. Incluso una misma
persona puede ser mujer de distintas maneras en diferentes etapas de
su trayectoria biográfica. Lo que podemos encontrar es una imagen
recurrente en distintos periodos, que es la de la mujer “rebelde”.
Casi siempre denominada así por no obedecer los cánones estipulados
de comportamiento femenino. Muchas veces estigmatizada y castigada.
En las peores situaciones, asesinada por su incumplimiento social.
En
ese sentido, las mujeres que cuestionan su posición de género son
las que se han relacionado con cambios trascendentes en su entorno
social. De modo que su trasgresión o rebeldía puede verse como una
característica del cambio social en distintos periodos de la
historia humana. A diferencia de las mujeres, los hombres tienen más
posibilidades de protagonizar revoluciones, guerras, modificaciones
sustanciales en materia política, económica y social. Su posición
en el entramado histórico es mucho más favorecedora y les facilita
acceder a puestos de poder que son más complicados para las mujeres.
Esto explica por qué en muchos contextos no se consideran “aptas”
para llevar la batuta tanto de discusiones académicas como de
gobiernos y de decisiones estatales. En el peor de los casos, estas
diferencias de género terminan por demostrar que las mujeres que se
atreven a desafiar las reglas de su comportamiento pueden ser
castigadas de distintas y crueles maneras. De hecho, los feminicidios
pueden entenderse como una forma de controlar algunos avances de
mujeres en los espacios públicos que antes eran considerados
exclusivamente masculinos. Las preguntas como: “¿Pero qué hacía
a esas horas en la calle, sola?” corroboran estas visiones
dicotómicas y sexistas sobre los ideales femeninos. Hace poco
escuché a un hombre decir en público que las mujeres no deberían
salir a las tres de la madrugada porque se ven mal y se “exponen” a
peligros, pero que los hombres pueden hacerlo porque ellos tienen ese
derecho. Aunque los varones también corren riesgos en este contexto
de violencia que día a día crece, lo cierto es que a ellos no los
matan por ser hombres. A las mujeres; seamos “rebeldes” o no, nos
amenazan y nos están matando por ser mujeres.
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¿Decisión o destino?
En
las películas de cine de oro mexicano pueden verse claros ejemplos
de mujeres “rebeldes” que enfrentan al machismo de su época. El problema es que al final casi todas caen rendidas a los pies de algún
varón. Se reivindican siendo buenas madres o esposas abnegadas. Y si
no, mueren de manera trágica. La enseñanza está muy clara. O
sigues las reglas del juego patriarcal, o tus desafíos pueden
abrirte las puertas de la muerte. No es una novedad que el
comportamiento “rebelde” femenino se castigue hoy en día de
manera dura y contundente. Tampoco es nuevo que el patriarcado se
refuerce y se alimente de los avances feministas. Sin embargo, en la
actualidad pueden leerse modificaciones importantes en estas
reacciones y se relacionan con una oleada de mayor violencia e
impunidad. El acoso sexual, visto como “piropo” se reinterpreta
en distintos niveles incluso económicos y algunos cuestionan su
tinte clasista o mediático. La inseguridad que sufre una mujer al
salir a la calle ya no es sólo en horarios nocturnos, sino a
cualquier hora en cualquier lugar.
Me
gustaría dejar algunas otras preguntas que incitan a la reflexión.
¿Las mujeres que siguen las normas de comportamiento socialmente
aceptado no sufren castigos, viven sin peligros? Las mujeres que
“aceptan” su destino femenino y no cuestionan su propia
construcción de género o la de otras a su alrededor, ¿no son
acosadas, violadas, asesinadas? ¿Los feminicidios sólo se producen
contra las “rebeldes”? ¿Es parte de una decisión de ser mujer,
o de un destino? No es mi propósito tomar el papel de filósofa y
hablar de determinaciones o implicaciones (auto), (extra) designadas,
pero sí de debatir en torno a las muy diversas formas de ser mujer
que casi siempre se interpretan en polos opuestos. La “buena” y
la “mala” mujer ¿tienen distintos fines? ¿Se les ama o se les
castiga? ¿Se sigue su ejemplo, o se olvida? Si tomamos en cuenta que
los hombres “revolucionarios” son los que pasan a la historia
como héroes, pero las mujeres “rebeldes” son mal vistas y
borradas sistemáticamente, ¿no podemos ver la diferencia de género
que se ha construido en lo cotidiano y también en el lenguaje
histórico? Tal vez los cambios sociales se deben volver a examinar
desde las construcciones de feminidad y masculinidad, para
comprenderlos de manera más congruente y completa. De esa manera
entenderíamos no sólo las coyunturas, sino los procesos históricos
más largos que devienen en nuestro presente.
Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas
COCTEL DE LETRAS es coordinada por Inés M. Michel.
[*Egresada del Instituto de Ciencias, generación 100, (100cias100pre).
Las letras me han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones.
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror.
Casiopea es mi guía y confidente.]
Contacto: inesm.michel@gmail.com
_______________________________
1
Marcela Turati, “El caso de Miroslava Breach confirma el vínculo
entre narco y política” en la Revista Proceso,
30 de diciembre de 2017, en línea:
http://www.proceso.com.mx/516810/el-caso-de-miroslava-breach-confirma-el-vinculo-entre-narco-y-politica
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