[Sección coordinada por David A. Becerra*]
Ya lo he dicho y lo vuelvo a decir (en parte porque padezco T.O.C. :P); existen películas de las cuales todos hablan pero pocos han visto, Easy Rider es una de ellas.
Para entender su importancia, un poco de contexto, estamos en el “fantástico” año de 1968, la Guerra Fría continúa y la amenaza de una guerra nuclear es una realidad y no una idea cinematográfica con robots del futuro.
A principios de ese año, comienza la famosa Primavera de Praga, que ocasionaría meses después (agosto) que la antigua U.R.S.S. y sus aliados del Pacto de Varsovia invadieran Checoslovaquia (actual República Checa y Eslovaquia) temerosos por las reformas políticas que sucedían en ese país, produciendo una reverberación en diferentes partes del mundo, con protestas y manifestaciones lideradas por estudiantes y grupos sociales que trataban de llevar cambios políticos a sus diferentes países, uno de ellos, México, con nuestro funesto y siempre recordado 2 de octubre; en Asia, la Guerra de Vietnam está lejos de terminar y los Estados Unidos se hunden más y más en ella, Martin Luther King es asesinado en abril de ese año, el hermano del presidente Kennedy, Robert, sufre un atentado y muere en junio, diferentes países a lo largo del mundo obtienen su independencia de los antiguos y caducos imperios coloniales europeos (entre 1960 y 1970 más de 40 países dejaban de ser colonias y protectorados) y los años setenta están a la vuelta de la esquina con toda la contracultura y estética hippie que reconocemos en ellos.
A principios de ese año, comienza la famosa Primavera de Praga, que ocasionaría meses después (agosto) que la antigua U.R.S.S. y sus aliados del Pacto de Varsovia invadieran Checoslovaquia (actual República Checa y Eslovaquia) temerosos por las reformas políticas que sucedían en ese país, produciendo una reverberación en diferentes partes del mundo, con protestas y manifestaciones lideradas por estudiantes y grupos sociales que trataban de llevar cambios políticos a sus diferentes países, uno de ellos, México, con nuestro funesto y siempre recordado 2 de octubre; en Asia, la Guerra de Vietnam está lejos de terminar y los Estados Unidos se hunden más y más en ella, Martin Luther King es asesinado en abril de ese año, el hermano del presidente Kennedy, Robert, sufre un atentado y muere en junio, diferentes países a lo largo del mundo obtienen su independencia de los antiguos y caducos imperios coloniales europeos (entre 1960 y 1970 más de 40 países dejaban de ser colonias y protectorados) y los años setenta están a la vuelta de la esquina con toda la contracultura y estética hippie que reconocemos en ellos.
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| Póster |
Esta es una ligera visión de la época en que se produce la película Easy Rider, estrenándose al siguiente año (1969). En México la nombraron Buscando mi destino (un poco cursi, por cierto).
La historia no podría ser más polémica y ofensiva para las “buenas costumbres” de la sociedad, no solo de Estados Unidos sino de muchos lugares; dos jóvenes motociclistas, interpretados por Dennis Hopper (que también hace de director y guionista de la película), y Peter Fonda, se embarcan en una travesía motorizada por el sur de Estados Unidos hacia el famoso carnaval Mardi Gras en Nueva Orleans, además de cruzarse con extraños personajes, como un ya mayor hombre “típico estadounidense”, casado con una india americana, un hippie que los lleva a una comunidad de “de paz y amor”, y con un legendario y divertido personaje, el abogado alcohólico George Hanson, interpretado por el genial actor Jack Nicholson (1937) -que lo lanzaría a la fama y con el que obtendría su primera nominación al Oscar como mejor actor de reparto- por si fuera poco todo esto, los aventureros motociclistas se dan el tiempo de drogarse en el camino, teniendo sus “viajes” ácidos, dulces, amargos y de todos los que quieran.
El personaje de Peter Fonda (Wyatt), que tal vez tenga alguna referencia al famoso comisario del viejo oeste Wyatt Earp, viste una chamarra con la bandera de Estados Unidos y monta una moto llamada “Capitán América”, en la cual, guarda su carga de “estupefacientes y estimulantes” (dirían en La Ley y el Orden); el recorrido y los personajes que conocen son un retrato de la realidad de la sociedad estadounidense de finales de los sesenta, una sociedad que deja atrás el estilo “rock de la cárcel” para encontrarse con los pelos largos, gente desaliñada, pantalones acampanados, colores chocantes, libertad sexual y una lucha contra el statu quo, todo el estilo hippie que causó tanta molestia a nuestros abuelos y que la cinta retrata de manera excelente.
La historia no podría ser más polémica y ofensiva para las “buenas costumbres” de la sociedad, no solo de Estados Unidos sino de muchos lugares; dos jóvenes motociclistas, interpretados por Dennis Hopper (que también hace de director y guionista de la película), y Peter Fonda, se embarcan en una travesía motorizada por el sur de Estados Unidos hacia el famoso carnaval Mardi Gras en Nueva Orleans, además de cruzarse con extraños personajes, como un ya mayor hombre “típico estadounidense”, casado con una india americana, un hippie que los lleva a una comunidad de “de paz y amor”, y con un legendario y divertido personaje, el abogado alcohólico George Hanson, interpretado por el genial actor Jack Nicholson (1937) -que lo lanzaría a la fama y con el que obtendría su primera nominación al Oscar como mejor actor de reparto- por si fuera poco todo esto, los aventureros motociclistas se dan el tiempo de drogarse en el camino, teniendo sus “viajes” ácidos, dulces, amargos y de todos los que quieran.
El personaje de Peter Fonda (Wyatt), que tal vez tenga alguna referencia al famoso comisario del viejo oeste Wyatt Earp, viste una chamarra con la bandera de Estados Unidos y monta una moto llamada “Capitán América”, en la cual, guarda su carga de “estupefacientes y estimulantes” (dirían en La Ley y el Orden); el recorrido y los personajes que conocen son un retrato de la realidad de la sociedad estadounidense de finales de los sesenta, una sociedad que deja atrás el estilo “rock de la cárcel” para encontrarse con los pelos largos, gente desaliñada, pantalones acampanados, colores chocantes, libertad sexual y una lucha contra el statu quo, todo el estilo hippie que causó tanta molestia a nuestros abuelos y que la cinta retrata de manera excelente.
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| Fotograma |
El filme no es un tour de amor y drogas, también llegan a cruzarse con lo suelen llamar “la América profunda”, los estereotipados gringos sentados en su cobertizo, mascando tabaco, con una escopeta al lado, una bandera colgada de la Confederación y casados con una mujer llamada Sussy Joe, a quienes no les agradan negros, latinos y gente melenuda en motocicletas.
Easy Rider se volvió un símbolo de la contracultura estadounidense, inspirando a una generación que vio en ella, su voz y sentir; además se convirtió en un prototipo de las producciones independientes y una de las películas más exitosas de ese año.
Easy Rider se volvió un símbolo de la contracultura estadounidense, inspirando a una generación que vio en ella, su voz y sentir; además se convirtió en un prototipo de las producciones independientes y una de las películas más exitosas de ese año.
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La música es una parte fundamental, con temas de Byrds, Steppenwolf, Jimi Hendrix y The Band, quienes dan el ambiente necesario para esta road movie que si no han visto, deberían de hacerlo por cultura general.
Se trata de un viaje inspirador y trágico, retrato del fin de una generación y el comienzo de otra.
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David A. Becerra
PlasmArte Ideas, julio, 2017
FB: PlasmArte Ideas
Twitter: @plasmarteideas
Ensalada Freak es coordinada por David A. Becerra
[*Cocinero de primera, perdón de primer año,
experto en revolver cosas sin un orden específico,
se me encargó la elaboración de ensaladas y otros platillos.
Tengo la intención de escribir varios libros,
de cursar varios diplomados, algunas maestrías y un par de doctorados,
hablo más o menos español, y lo escribo al 50%;
soy el fundador y único miembro de mi propio club de Star Wars.]
Contacto: davidalfonsobecerra@gmail.com
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